La realidad es que el camino a mi puesto actual de CEO no resultó fácil.
Asumí este cargo durante un duelo profundo.
Nadie quiere ser el número uno de una empresa si eso implica perder a su padre a los 23 años.
Tuve un desafío extra -que espero nadie vuelva a enfrentar-: una pandemia con la urgencia vital de trabajar para el sistema de salud de la Argentina, hospitales y sanatorios.
El panorama tan desafiante y complejo me dejó muchas enseñanzas. Por eso, me atrevo a esgrimir, algunos consejos para personas con menos de 30 años que deben o quieren asumir estas responsabilidades.
En principio, es necesario hacer una experiencia no siempre agradable, pero necesaria, en puestos de alta presión. Resulta imprescindible desarrollar cierta resistencia y tolerancia en entornos complejos para convertirte en un gerente exitoso. Que cueste dormir cuando termina la jornada puede ser un incordio, pero forma parte de este proceso.
Por supuesto, hay que aprender de la experiencia de los líderes de las generaciones anteriores. En mi caso, sentarme a trabajar con mi padre durante un par de años fue indispensable; hoy, sigo aprendiendo de mi abuela. Más que nunca, hay líderes en diferentes industrias dispuestos a transmitir sus conocimientos a quienes deseen recibirlos.
Capacitarse siempre y de manera constante.
La educación no debe cesar nunca. Posgrados en el país y en el exterior, y lecturas inspiradoras de modelos como Richard Branson, que fundó su primer emprendimiento a los 16 años, son sólo algunas herramientas para no dejar nunca de formarse.
Sin dudas, quienes no superamos los 30 debemos buscar un buen mentor. Muchos de los ejecutivos de alto nivel, que ocupan sillones gerenciales en las empresas más grandes y poderosas del mundo, confesaron que necesitaron de mentores para superar diferentes etapas de la vida, tanto en sus trabajos como en el ámbito personal.
Para mí, fue fundamental elegir las personas que hoy forman mi equipo de trabajo. No existe un buen CEO sin un equipo idóneo; nuestros antecesores fueron mucho más verticalistas.
En estos tiempos, la dinámica debe darse con pares capaces, con especialistas, cada uno en su área, que permitan que los CEO pensemos estrategias confiando en que cada uno hace su trabajo de la mejor manera.
También es clave aprovechar esta edad para asumir riesgos. Cambiar las estructuras, mudar de sistemas en los que todo tiene que pasar por un gerente general, y rearmar la idea de cómo debe funcionar una empresa. Jugarse por nuevos horizontes, ideas atadas a las actuales tecnologías como la Inteligencia Artificial, ir por interlocutores que nuestros antecesores no imaginaban, son todas variables que un CEO joven puede tener en cuenta.
Por último, aconsejo profundamente disfrutar mucho del camino. No importa dónde comienza o dónde vaya a terminar. Sin apasionarse por lo que uno hace, no hay éxito posible.
(*) El columnista Tomás Piqueras -foto- es CEO de Centro de Servicios Hospitalarios.
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