Aquellas personas que nacieron entre los años 80 y fines de los 90 son conocidas por muchos nombres.
Algunos los llaman Millennials, otros Generación Y. En mi caso, me voy a referir a este grupo como la Generación Copy/Paste.
Comenzamos grabando los temas que pasaban en la radio en los casetes, y así poder escucharlos en cualquier momento.
Luego, dejamos de transcribir a mano lo que decían los pesados volúmenes de la enciclopedia y empezamos a copiar extractos del CD de la Enciclopedia Encarta, para terminar los trabajos del colegio más rápido.
Hasta ese momento, hacíamos Copy/Paste pero aún citábamos la fuente. Sin embargo, con la llegada de internet, todo cambió y darle crédito a la fuente original es cada vez más extraño. A pesar de que todos deberíamos hacerlo, y los más absolutistas seguimos insistiendo en que debería ser así, ¿cuántos realmente lo hacemos todo el tiempo?
Es posible que citemos la fuente cuando realizamos ensayos para la facultad o el trabajo (como debería ser), pero, ¿cuántos citamos la fuente cuando bajamos un imagen de Pinterest que nos gusta y la reposteamos en nuestro muro de Facebook?
Se trata de un tema muy complejo, en especial cuando ves que un medio importante descarga una foto que vos mismo sacaste y la publican como si fuera propia sin citar la fuente, o aún peor, cuando un periodista copia un artículo de tu blog y ¡lo repostea con su nombre!
Incluso, el aclamado Steve Jobs estaba inmerso en esa misma disyuntiva.
Al principio de su carrera hacía alarde de cómo Apple había copiado y mejorado la Alto de Xerox (1973) para crear la primera Macintosh (1984), mientras que una vez que Apple logró establecerse descargó demandas millonarias hacia todos aquellos que quisieron copiarlo, tal como cuenta Kirby Ferguson en sus documentos Everything is a Remix (cuyo vídeo se puede reproducir abajo).
En ese mismo documental, Ferguson expone a ídolos musicales como Led Zeppelin, o fantásticos cineastas que copiaron, modificaron, y compilaron escenas de otras películas para crear sus obras maestras, como George Lucas con Star Wars, o Quentin Tarantino con Kill Bill.
¿Es realmente Copy/ Paste o inspiración?
Para ser sinceros, en la gran mayoría de los casos necesitamos basarnos en las creaciones de otras personas para poder innovar y producir algo nuevo. Tal como destaca Ferguson, emular es necesario para crear. Por eso es que los artistas invierten muchos años de formación copiando a grandes compositores o pintores, antes de definir un estilo propio y producir sus propias obras.
Según indica Ferguson, "los resultados más dramáticos se pueden lograr al combinar ideas". Por ejemplo, Ford produjo el primer auto en masa en 1908, el Fort T, poniendo a trabajar de manera conjunta distintos inventos como la línea de montaje (1867), la partes intercambiables (1801) y el automóvil (1885).
Yuval Noah Harari coincide con esta visión y cuenta en su libro Sapiens, una breve historia de la humanidad que los alquimistas Daotistas (aquellos que estudian el Tao) descubrieron la pólvora mientras buscaban en el elixir de la vida en China, y la utilizaron para los fuegos artificiales durante 600 años hasta que alguien inventó el cañón.
Hasta nosotros mismos somos copias genéticas de nuestros padres.
Al parecer, copiar, transformar y combinar no es algo de esta generación, sino más bien parte de nuestro ADN.
Solo que es importante reconocer qué fue lo que inspiró nuestra creación y si no aportamos nada adicional, y simplemente hacemos Copy/Paste, entonces, citemos la fuente.
(*) La columnista (foto) es directora y fundadora de Medialo Consulting.
jueves, 29 de octubre de 2015
Polémica de la época: ¿qué pasa con la Generación del Copy/Paste?, por Laura Vaillard (*)
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