A Francisco Freyre, el vecino de la localidad bonaerense de San Vicente, lo inquietan las hormigas que amenazan su jardín.
Al combativo Esteban, Profesor Neurus o Capitán Delirio, según intercambiables noms de guerre, lo rebelan los asesinos de la Tripe A, y las fuerzas militares y policiales que lo persiguen.
El hombre que asume todos esos papeles, Rodolfo Walsh, posee tanto de Freyre como de Neurus, Esteban o Delirio, tiene tanto de una persona común y corriente como de un intelectual que quiere comprometerse y combatir por sus ideas hasta la muerte.
También es un periodista y escritor extraordinarios, con sus certezas y contradicciones a cuestas, como cualquier Francisco Freyre. Como cualquier guerrillero que debe cumplir órdenes que no siempre lo convencen.
El libro de Hugo Montero e Ignacio Portela, que forma parte de la colección Cuadernos de Sudestada (Peña Lillo/Ediciones Continente), hace foco -como bien lo señala el título: Rodolfo Walsh. Los años montoneros-, en la militancia setentista del autor de la magnífica Operación Masacre.
Con una narración muy atractiva, y que se nutrió de varias fuentes -a las cuales siempre da crédito-, desfilan acontecimientos de la cotidianeidad junto a su compañera Lilia; su obsesión por el desconocimiento de la oficialidad guerrillera sobre la historia argentina ("conoce cómo Lenin y Trotsky se adueñan de San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de Buenos Aires en 1821"); el encuentro con Juan Perón en la España franquista en 1969, que deriva en su relación -clave- con la CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro; su actuación en la primavera camporista y en el cruento enfrentamiento interno del peronismo en Ezeiza; y el corto pero acelerado carreteo del mítico diario Noticias.
Hasta llegar al final, víctima de una previsible delación -arrebatada, claro, durante una sesión de tortura-, al cumplirse el primer aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976.
La dupla Montero-Portela hace zoom en ese intelectual de izquierda que abraza al peronismo de nueva cepa, se enfrenta con la ortodoxia y la burocracia sindical, y sueña con la patria socialista bajo el manto del General.
Y que decide dar el salto del pensamiento a la acción, sin reparar en costos, o que deja atrás un futuro brillante como autor para quedar al arbitrio de sus jefes políticos y militares.
Con pasión y muchas datos, Montero y Portela tratan de explicar qué funciones cumplió el protagonista de esta historia como miembro de la inteligencia de Montoneros; cómo se relacionó con Mario Firmenich y la jerarquía; cuál era el vínculo con sus colegas y amigos (Haroldo Conti, Juan Gelman, Francisco Urondo, Horacio Verbitsky o Miguel Bonasso -vale la pena deternerse en el actual diputado de centroizquierda-); de qué manera asimiló la muerte de su hija Vicky en pleno enfrentamiento; cómo se las ingenió para dar su versión sobre la actualidad de los años de plomo desde la clandestinidad; qué papeles guardó en su refugio saqueado; y por qué no emigró como la mayoría de las figuras de la organización, una vez que el desastre represivo parecía casi consumado.
Su vida, y en consecuencia esta obra, embelesa. Pero no hay que olvidar que, a Francisco Freyre, Neurus, Esteban o Delirio -con defectos y virtudes-, a todos ellos, los sobrevivió Rodolfo Walsh, el gran periodista y escritor.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Libro: Interesante investigación sobre la militancia del periodista Rodolfo Walsh en Montoneros
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