“El Palabrista, Borges visto y oído” –por mérito del gran Esteban Peicovich- evoca con gran precisión y poder de síntesis el Jorge Luis Borges parlante, irónico, polémico, hiriente; por momentos, candoroso, infantil, modesto, y en otros, lapidario, contradictorio, divertido, trágico, soberbio…
Un hombre de una inteligencia prodigiosa, una verdadera biblioteca humana, que aún ciego, logró ver la desnudez de los argentinos y del mundo. Con su personal punto de vista –valga la paradoja- no exento de provocación, desprecio, arbitrariedad, no dudó en describirnos y describirse. Y en provocar regocijo, veneración y risas como dolor, indignación o bronca en el auditorio.
En definitiva, él mismo, el único, el que creemos conocer todos –incluso los que nunca leyeron sus libros-, pero que nadie puede –ni debe- olvidar. Y que no deja de sorprendernos. El que dejó frases célebres que se repiten, se deforman, y terminan siendo de todos porque, de una forma u otra, nos afectan, nos involucran, nos retratan.
Aquí están esas mil y una citas del más grande de los escritores argentinos, resumidas en 318 episodios imperdibles, impresionantes, conmovedores, geniales. Tomados, claro está, de otras tantas entrevistas, declaraciones, a medios de prensa nacionales y extranjeros.
El libro comienza con un reportaje –una conversación en episodios magnífica, ambientada, relatada y transcripta de un modo ejemplar- de Peicovich al autor de “El libro de arena”, “El Aleph”, “Ficciones” y otras tantas obras cumbres de la literatura universal. Habla tanto de su fobia –“la publicidad”, confiesa Borges-, como de su primer juguete o de sus primeros amores cinematográficos.
Y se atreve a emprenderla contra “los rasgos demagógicos de Cristo”, o confiesa –a pesar de que le parece un error ponerle nombre de personas a las calles, dice- que le gustaría que la suya fuera una del sur de la ciudad de Buenos Aires (los legisladores porteños que creyeron homenajearlo rebautizando Jorge Luis Borges a parte de la antigua Serrano, en el norte, en el barrio de Palermo, donde se crió, seguramente nunca se enteraron de este deseo).
El Borges que habla con Peicovich aparece más de carne y hueso que nunca. Y no sólo por la anécdota –graciosa, íntima, pero sin caer en lo escatológico- en la que comparten una charla “reveladora” sobre la sexualidad inglesa, y de modo implícito sobre la de JLB mismo, en un baño, frente a un mingitorio (¡porque Borges también orinaba, señoras y señores!).
Este álbum fotográfico de palabras y actitudes borgeanas merece ser comprado, leído, bien guardado y releído. Y recomendado. Porque nos trae ese otro Borges –no el que escribía como los dioses- sino el que hablaba -como los hombres, pero un primus inter pares-, y discurría sobre la realidad y los sueños o las pesadillas (que, a su juicio, esas tres cosas podían ser lo mismo)-, y era también antológico.
Hoy lo recupera Editorial Marea para la colección Historia Urgente (ver entrevista a la directora del sello, Constanza Brunet, en El Informatorio), ya que “El Palabrista” sólo se había editado en España, en 1980.
Da gusto leer y comentar un libro como éste que sólo puede despertar elogios y deleite.
Para concluir, el maestro de periodistas Esteban Peicovich, con su admirable pluma, no sólo dibuja –y recrea momentos imperdibles de “El Palabrista”-, sino que también juega con ella y nos hace cosquillas. Uno de los “highlights” literarios del año junto con la selección de textos de Tomás Eloy Martínez, que editó FCE.
Marcelo Mendieta
sábado, 23 de diciembre de 2006
Cultura: Magnífico y sorprendente libro con el Borges parlante que todos creemos conocer (y que extrañamos)
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1 comentario :
es un excelente libro, notable, vale la pena leerlo, se consigue a traves del sitio web www.pabloameneiros.com
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