El verano trae días de mucho calor y, a veces, la temperatura llega a valores extremos.
Esto genera el golpe de calor o agotamiento por calor, que ocurre más frecuentemente en escenarios de humedad, lo que dificulta la pérdida de temperatura por sudor. En estos casos, también influye la edad, el sobrepeso, la fiebre, las quemaduras solares y la vestimenta.
Es más frecuente en los menores de 5 años y en los mayores de 65, al igual que en personas obesas y quienes realizan tareas con alto actividad y esfuerzo.
Las medidas preventivas, en caso de altas temperaturas, sugieren permanecer bajo techo con aire acondicionado o ventilador de techo, con ropa liviana, no realizar actividad física, ofrecer a los niños bebidas frecuentes y no dejar a persona alguna en un vehículo cerrado y estacionado.
En el caso de los bebés, las recomendaciones para que se mantenga hidratado a pesar de las altas temperaturas dependen de la edad y tipo de alimentación.
Para los alimentados a pecho solo es suficiente con incrementar transitoriamente las ingestas, haciéndolas más frecuentes, para ello la madre debe mantenerse bien hidratada con líquidos que contengan sales y bebidas frescas en cantidad y frecuencia adecuadas.
Debe prestarse especial cuidado a los bebés que en época de calor presentan, además, pérdidas extra de líquidos por diarreas, vómitos o fiebre. En estos casos, siempre hay que consultar al pediatra.
Los lactantes, que se alimentan con semisólidos y biberón, deben recibir leche con más frecuencia, no superando los volúmenes recomendados por peso y ofrecer agua fresca luego de los semisólidos. También son recomendados los jugos de frutas naturales colados.
No deben ofrecerse jugos artificiales o bebidas gaseosas, ya que representan calorías vacías para el bebé y disminuyen la ingesta de alimentos con valor energético y de alto valor biológico.
Los lactantes que presenten diarrea se los tratará inicialmente con sales de rehidratación oral, siempre con la supervisión de un pediatra.
Deben vestirse con prendas adecuadas, evitar el sobreabrigo. Utilizar ventiladores, preferiblemente de techo bien amurados, y aire acondicionado, si se dispone, siempre a una temperatura que no sea inferior a los 23/24 grados.
En esta época, también resultan frecuentes las picaduras de mosquitos y hormigas. Para las picaduras de insectos lo ideal es prevenirlas, en los más pequeños se recomienda la utilización de tul y en los mayores de 6 meses está aprobada la utilización de repelentes de acción prolongada en crema. Asimismo, se recomienda la utilización de alambre tejido en puertas y ventanas, y se desaconseja el uso de espirales en el interior de la casa, así como las tabletas eléctricas en caso de bebés menores de 3 meses.
Se debe prestar especial atención a las picaduras de hormigas cuando los niños están en el pasto. En esos casos, se recomienda que lo hagan con repelente y ropa liviana.
Hay algunos niños que presentan reacciones de alergia ante las picaduras, las más frecuentes se manifiestan por hinchazón y enrojecimiento alrededor de la picadura que se acompaña de picazón. Esta reacción no es peligrosa y se trata con antihistamínicos que deben ser indicados por un pediatra. No se deben colocar untos o cremas porque esto aumenta el riesgo de infección local.
Los casos de alergia grave, conocidos como reacción anafiláctica, son poco frecuentes pero requieren atención urgente. La causa más común es la picadura múltiple de abeja. Los síntomas iniciales son hinchazón de los labios, párpados, tos o cualquier otro síntoma de dificultad para respirar, requiere el traslado urgente al centro de atención más cercano.
Respecto de los incidentes, las afecciones más comunes en verano son las quemaduras solares, las picaduras de insectos y los accidentes ya sea en lugares al aire libre como clubes o lugar de veraneo, como en los domicilios.
Se incluyen también las situaciones riesgosas en el agua. Se consideran más peligrosas las aguas oscuras de mar y río, y la población más expuesta son los adolescentes.
Durante el verano, resultan frecuentes los accidentes domésticos en patios y balcones, pudiendo en algunos casos ser de gravedad. La recomendación es la supervisión y acondicionamiento periódico de estos lugares.
Para la prevención de accidentes, es fundamental inspeccionar previamente el lugar dónde el niño va a jugar, para poder detectar cualquier riesgo potencial de accidente, modificar la situación si esto es viable o impedir que el niño permanezca en ese sitio.
Para esto, es imprescindible no dejarlo nunca sólo y en caso de niños mayores asegurarse que las características del sitio no son peligrosas, y hacer una recorrida previa con un adulto para que puedan estar alerta ante eventuales riesgos.
(*) La columnista -foto principal- es médica (MN 81.988) y jefa del Servicio de Pediatría de la Fundación Hospitalaria, Cramer 4601 (CABA), teléfono: (011) 4704-2300.
viernes, 5 de diciembre de 2014
Medicina: cómo prevenir los peligros que asechan a los chicos en verano, por Alejandra Lafont (*)
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