José Pablo Feinmann está de moda. Es políticamente correcto leer sus libros y, seguro, subir a escena sus textos. Pero, a no confundirse, aquí no hay seguidismo o simple acoplamiento al tren que lleva a la estación deseada. No hay una búsqueda del éxito garantizado entre la clase media ilustrada, “progre” digamos.
Por el contrario, estamos ante una gran obra: “4 Jinetes Apocalípticos”, título que alude a otras tantas secuencias bien diferenciadas, las cuales se funden en un show que exhibe el descomunal despliegue de un gran actor, con un excelente guión y una dirección certera, magnífica.
Mauricio Dayub luce el histrionismo que lo caracteriza llevándolo al tope: divierte, hiere y deja pensando hasta que nos saca otra sonrisa. La entrega es retribuida de pie por la mayoría de los espectadores que colman la sala del Multiteatro, los viernes y sábados a las 23 hs.
Por el contrario, estamos ante una gran obra: “4 Jinetes Apocalípticos”, título que alude a otras tantas secuencias bien diferenciadas, las cuales se funden en un show que exhibe el descomunal despliegue de un gran actor, con un excelente guión y una dirección certera, magnífica.
Mauricio Dayub luce el histrionismo que lo caracteriza llevándolo al tope: divierte, hiere y deja pensando hasta que nos saca otra sonrisa. La entrega es retribuida de pie por la mayoría de los espectadores que colman la sala del Multiteatro, los viernes y sábados a las 23 hs.
Con Luis Romero, la fotografía perdió a un artista, capaz de inspirar una sesión en el Fitzcarraldo, de Herzog. Pero las tablas terminaron de ganar a un director de excepción.
No hay que dejar de ver “4 Jinetes Apocalípticos”. Podemos ver cómo un Dayub que se duplica en la primera escena nos devuelve la imagen de un personaje familiar, muy de esta época de armamentismo doméstico, de seguridad en manos de particulares, de tragedias hogareñas y cotidianas… De flexibilidad laboral y barrios “cerrados” en el más amplio sentido del término. Ironías, sarcasmos de comienzos de siglo.
A continuación, un “Cacho de Buenos Aires” setentista, revolucionario nostálgico, pero que vive su presente en la comodidad del capitalismo triunfante sin culpas o remordimientos. Se encuentra con sus antiguos camaradas, los sobrevivientes, invisibles a los ojos de la platea pero recreados gracias a la imaginación y la performance de Dayub.
Las consignas del pasado sangriento, militante, romántico, suenan vacías. Son auténticas “boludeces”, menos para uno de ellos…
Como en aquella película “El cocinero, el ladrón, su mujer y el amante”, el relato de la fiesta macabra continúa y traslada a la máxima expresión el humor negro que ronda toda la velada junto a “4 Jinetes Apocalípticos”. Dayub se metamorfosea todo el tiempo y provoca espanto entre risas. Sorprendente.
Por último, la globalización nos lleva a las Torres Gemelas el fatídico 11 de setiembre. Así como Feinmann en palabras y Dayub con la voz y el cuerpo (y el alma) desnudaron antes cómo cambió el mundo, la Argentina, de los 70 al 2007, ahora la mira está puesta en la capital del capital. Donde se juega al teléfono descompuesto mientras todo se derrumba alrededor de manera inexplicable. O, quizá, tenga explicación.
Broche de oro con este impotente (convencido "imponente") inversionista que lucha por sus dólares vía teléfono celular, creyéndose invencible, ajeno al gran juego de la guerra, el de los verdaderos poderosos, los del Apocalipsis…
A continuación, un “Cacho de Buenos Aires” setentista, revolucionario nostálgico, pero que vive su presente en la comodidad del capitalismo triunfante sin culpas o remordimientos. Se encuentra con sus antiguos camaradas, los sobrevivientes, invisibles a los ojos de la platea pero recreados gracias a la imaginación y la performance de Dayub.
Las consignas del pasado sangriento, militante, romántico, suenan vacías. Son auténticas “boludeces”, menos para uno de ellos…
Como en aquella película “El cocinero, el ladrón, su mujer y el amante”, el relato de la fiesta macabra continúa y traslada a la máxima expresión el humor negro que ronda toda la velada junto a “4 Jinetes Apocalípticos”. Dayub se metamorfosea todo el tiempo y provoca espanto entre risas. Sorprendente.
Por último, la globalización nos lleva a las Torres Gemelas el fatídico 11 de setiembre. Así como Feinmann en palabras y Dayub con la voz y el cuerpo (y el alma) desnudaron antes cómo cambió el mundo, la Argentina, de los 70 al 2007, ahora la mira está puesta en la capital del capital. Donde se juega al teléfono descompuesto mientras todo se derrumba alrededor de manera inexplicable. O, quizá, tenga explicación.
Broche de oro con este impotente (convencido "imponente") inversionista que lucha por sus dólares vía teléfono celular, creyéndose invencible, ajeno al gran juego de la guerra, el de los verdaderos poderosos, los del Apocalipsis…
Multiteatro, Av. Corrientes 1283 – Buenos Aires. Reservas al (011) 4382- 9140
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