En Chile, ganó una socialista que fue perseguida por la dictadura de Pinochet, que sufrió el exilio, y cuyo padre, un militar leal a Salvador Allende, murió torturado en manos de colegas golpistas en 1973.
Michelle Bachelet será la primera mujer que asume la presidencia en el país trasandino. Cualquier podría imaginar que llega para tomarse revancha, máxime porque le ganó a un candidato conservador, Sebastián Piñera, poderoso empresario (entre otras cosas, es dueño de la aerolínea LAN). Sin embargo, la primera declaración de una Bachelet victoriosa ha sido conciliadora: “Seré la presidenta de todos”.
Es cierto que derrotó a Piñera por casi medio millón de votos (53,49% de los votos a 46,5%) pero ha tomado nota Bachelet de que no sirve de nada ahondar en las heridas del pasado reciente chileno. Quienes han definido la elección, como sucede aquí en la Argentina, son las capas medias de la sociedad, las que buscan estabilidad y, en lo posible, progreso.
Pinochet y sus secuaces están en manos de la Justicia. La historia hará el resto. Hay que gobernar y no es necesario coquetear con Hugo Chávez para sentirse de izquierda. O irritar a Washington, uno de los aliados comerciales de Santiago de Chile.
Bachelet, sabe, que su triunfo se debe en gran medida a la gestión de Ricardo Lagos, otro socialista que ha liderado la Concertación que sirvió de plataforma para que la dama alcanzara el palacio de la Moneda.
La Concertación es la alianza de partidos que pretendieron copiar a fines de los 90 Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Alvarez. Evidentemente, no pudieron. Lagos no se fue antes de terminar su mandato en helicóptero (al contrario deja el poder con 75% de adhesión entre los chilenos), y tampoco su vice terminó renunciando.
Cuidado, la historia puede repetirse. No puede romperse el espejo dos veces.
Bachelet hoy puede ser un espejo para Cristina Fernández de Kirchner, eventual candidata a la presidencia si Néstor Kirchner desiste de la reelección en el 2007. Ojalá ese espejo sirva para imitar algo más que las formas, de lo contrario puede pasar lo mismo que le sucedió a la fallida Alianza de De la Rúa y “Chacho”, que se inspiró en el formato de la Concertación chilena, sin prestar atención al contenido.
Marcelo Mendieta - El Informatorio radio- 16-01-06
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