
Se realizó en el centro mundial del entretenimiento, la Global Gaming Expo, de la cual participaron los principales referentes de la industria de los juegos de azar.
Latinoamérica y la Argentina tuvieron un papel destacado en esta convención internacional, representada por Guillermo Gabella, presidente de ALAJA, Asociación Latinoamericana de Juegos de Azar.
Marcelo Mendieta: A pocas horas de haber cerrado esta cumbre en Las Vegas, la Global Gaming Expo, ¿cuál es el lugar que ocupa Latinoamérica y la Argentina en el mundo en materia de entreteniento y juegos de azar? ¿Cómo está el negocio en la región, desde lo humano hasta lo tecnología, pasando por el marco regulatorio y las inversiones?


G. G.: En general, el juego clandestino continúa siendo el gran flagelo, vinculado con esta industria del entretenimiento en toda América Latina. Por supuesto que en aquellos países del juego oficial está prohibido –como sucede en Brasil- la incidencia es monstruosa. Tiene distintas variantes: la que aquí conocemos como quiniela clandestina; allá la conocida se denomina jogo do bicho –que relaciona números con bichos-, que es muy popular y que, al no haber canales oficiales, logra recaudaciones importantes.
M. M.: Lo que se juega de manera clandestina no tienen ningún control estatal, y lo que se recauda no va a obras públicas… Hay evasión y un perjuicio social muy grande…
G. G.: Sobre todo en estos países donde la afectación del juego son áreas específicas: por lo general, programas de desarrollo social, educación, salud, seguridad. Tienen un impacto muy fuerte sobre áreas muy sensibles en países de Latinoamérica, donde la recaudación es clave. El juego clandestino es un flagelo. Igual, no hay una fórmula definitiva: el desafío es un trabajo permanente de auditoría de los organismos estatales… Diría que en esto en la Argentina se ha avanzado mucho. Y aún con estos avances hace unos días se descubrieron salas clandestinas en Junín (Buenos Aires), o a poco de iniciarse la licitación de los casinos en Santa Fe se supo que había un casino clandestino en la capital provincial, muy cerca de la misma Casa de Gobierno local. En la Argentina, Chile y Uruguay existe una gran conciencia de las autoridades estatales, a través de las loterías hay un trabajo de concientización y también de persecusión del juego clandestino.

G. G.: La primera reflexión es que, sobre todo, está evolucionando en un concepto: la industria del juego ya no está estrictamente ligada al juego sino al entretenimiento, el tiempo libre. Hoy el modelo de operación de salas de juego es un resort integral, donde hay servicios de gastronomía, a la atención del tiempo libre, al turismo. En general, y esto se verifica en las últimas inversiones importantes en la región y en el mundo, los proyectos de grandes casinos están relacionados con hoteles, centros de convenciones, proyectos turísticos concretos y son un polo de atracción porque el desarrollo de la actividad de tiempo libre nos obliga a tener una oferta de esa jerarquía. Lo que más se advierte es un cambio de concepto. Y que en la Argentina, Chile, Uruguay –que son los que tenemos más cerca-, y también ahora en Perú y Colombia, se está viendo una filosofía de esta naturaleza.
“Nuestra industria, a veces por razones religiosas, ideológicas, o vaya uno a saber cuáles, está asociada a ciertos prejuicios, y hoy es una generadora intensiva de empleos: sólo los bingos bonaerenses generan 14 mil puestos de trabajo… Y la provincia de Santa Fe recibirá de inversiones relacionadas en forma directa al juego más de 200 millones de dólares, de los cuales un tercio ya han sido realizadas”, concluyó Guillermo Gabella, presidente de ALAJA, Asociación Latinoamericana de Juegos de Azar.
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