En un comercial -que mezcla humor, fútbol y la dosis justa de glamour-, el "motorcito" de la selección argentina llega en auto a la puerta de un bar, donde lo espera una multitud de paparazzi.
Entre flashes y gritos, Rodrigo De Paul desciende del vehículo, atraviesa el alboroto y entra al local para pedir una Stella Artois.
Después de beber la cerveza, sale y se sube al coche con una sonrisa.
La campaña busca transmitir que el sabor de una Stella Artois vale más que cualquier momento de exposición mediática o de fama: lo importante es disfrutar el presente y los encuentros genuinos.
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