miércoles, 31 de agosto de 2016

Cuáles son las enfermedades más frecuentes en jardines de infantes y maternales (*)

Cuando el más pequeño de la familia comienza a asistir al jardín, muchos padres suelen notar que sus hijos comienzan a enfermarse con mayor frecuencia.

¿A qué se debe?

Alrededor del mundo, a pesar de que las instituciones educativas tomen numerosas medidas preventivas, los bebés o niños tienen un contacto frecuente con las cosas y con otros chicos, quienes muchas veces asisten con síntomas de alguna enfermedad.

Por eso, resulta importante que padres y docentes sepan que ellos también pueden ayudar a disminuir estos contagios, teniendo en cuenta algunas señales y medidas.  

¿Cuáles son las enfermedades más frecuentes?  
- Catarros de vías superiores o resfríos. Por lejos, los síntomas o enfermedades más frecuente entre los chicos que concurren al jardín. Se manifiestan por la aparición de goteo nasal (mocos), otras veces puede manifestarse como tos, o en los más pequeños como una vibración cuando se les toca el pecho, no asociada a dificultad respiratoria ni agitación. En ocasiones, estos síntomas aparecen asociados a fiebre. El origen de este cuadro es virósico y, en general, si no aparecen complicaciones, se cura al cabo de algunos días.   

- Gastroenteritis: se trata de diarrea. Los bebés hacen caca más seguido y con una consistencia de  blanda a acuosa. Puede o no acompañarse de vómitos. También se trata de una enfermedad de origen virósico, y al cabo de unos días se cura sola. Durante la enfermedad, es muy importante controlar que los niños se mantengan hidratados. Probablemente, los niños tengan menos apetito de lo habitual y estén más decaídos.  

- Conjuntivitis: se manifiesta con uno o los dos ojos rojos, y también  puede haber secreción amarillenta o lagrimeo. Puede ser de causa virósica, bacteriana, alérgica, irritativa, etcétera. Tanto la virósica como la bacteriana son altamente contagiosas. Y requieren tratamiento con gotitas oculares (colirio) con antibióticos. En los casos más importantes, deben ser controladas por el oftalmólogo.  

- Otitis: se trata de una infección del oído medio. Generalmente, es una de las complicaciones que ocurre en el transcurso de un resfrío o cualquier otro cuadro de vías respiratorias. Las características anatómicas del oído de los niños los hacen más propensos las otitis. Se manifiesta por dolor de oído y, en el caso de los más chiquitos, lloran sin causa o presentan irritabilidad. Puede aparecer fiebre y, en algunos casos, se presenta una secreción amarillenta (supuración) en el pabellón de la oreja. Requiere tratamiento con antibiótico indicado por el pediatra.  

- Bronquiolitis y otros cuadros de vías respiratorias bajas: son cuadros que se inician tras algunos días de resfrío. Se manifiestan con dificultad para respirar y agitación. Los bebés respiran más rápido y hacen fuerza con el pecho para respirar (se le marcan las costillas). Puede o no acompañarse de fiebre. Ante estos síntomas es importante consultar al pediatra a la brevedad.

 Asimismo, las docentes deben estar atentas a síntomas como fiebre, decaimiento importante, tos,  dificultad para respirar, ojos rojos o con secreción, irritabilidad, diarrea, vómitos, aparición de brotes cutáneos, especialmente si se asocian a fiebre.  

Sin embargo, más allá de estar atentos a síntomas, los papás y mamás tienen que tener en cuenta que una alimentación adecuada de los niños y bebés es fundamental como factor de protección de enfermedades. 

La lactancia materna se encuentra entre los factores de prevención de la mayoría de las enfermedades antes mencionadas, principalmente porque a través de la lactancia  la mamá le pasa anticuerpos al bebé.   

Cabe destacar que, en algunas instituciones educativas, los directivos optan por contar con la presencia de un pediatra, tal es el caso de Jardines Maternales Diálogos.

¿Qué beneficios presenta?  Una pediatra puede acompañar al equipo docente aportando su saber disciplinar, desde un concepto más amplio que el de la prevención de infecciones.  

En relación a esto, existen normativas que especifican todo lo atinente a la bioseguridad: lavado de manos, de juguetes, colchonetas, cambiadores, manejo del área de preparación de biberones, de cocina, e higiene de salas.

Además de establecer causas de exclusión de niños/as y docentes por enfermedades y las  condiciones de reingreso.

Y de colaborar en el cumplimiento de estas normas, un pediatra puede sumar su conocimiento y su experiencia para trabajar junto con directivos/as y docentes en las múltiples cuestiones que se despliegan en la institución. 

A su vez, el especialista realiza una entrevista inicial, para conocer al niño y su familia.  

En cuanto a buenas costumbres, es importante que los pequeños adquieran de chiquititos hábitos de higiene como el lavado de manos y limpieza de secreciones nasales, principalmente.

En el caso de los bebés, la lactancia materna ayudará a  evitar que los bebes y niños concurran al jardín cuando presentan síntomas de enfermedad.

Las medidas generales de higiene del jardín, que las docentes  ventilen las salas, dar aviso al jardín al presentarse una enfermedad infectocontagiosa para tomar las medidas pertinentes en caso de ser necesarias y un calendario de vacunación completo forman parte de un buen plan de acción para evitar contagios.

(*) Las autores de esta columna forma parte del equipo pediátrico de Jardines Maternales Diálogos: doctoras Laura Sor (MN 69801), Alejandra Levy (MN 104192) y Daniela Pérez Bournissen (MP 446954).

No hay comentarios. :