miércoles, 23 de junio de 2010

Crítica: Kalvkött, carne de ternera, una conmovedora y lúcida puesta teatral sobre el dolor del destierro

En la historia de la humanidad, el destierro ha sido uno de los castigos más severos y crueles que impartieron los poderosos hacia sus opositores: privar a una persona de vivir en el suelo que eligió o donde nació, implica despojarlo de la libertad y de sus lazos afectivos, desplazarlo de su ámbito, arrancarle las raíces. Mutilarla.

La obra teatral de Silvina Chague, Kalvkött, carne de ternera, sitúa el drama de la persecución política y la difícil asimilación del exilio forzado, a poco de haberse producido el golpe militar de 1976 en la Argentina.

A diferencia de otras piezas, el texto no se regodea en sentimentalismos y tampoco cae en el lugar común de la argumentación ideológico o panfletaria. De esta forma, puede emocionar y cautivar a cualquier espectador que se haya visto afectado por la lejanía con uno o varios seres queridos, aún cuando esta situación fuera producto de progresos económicos, profesionales o sociales en países que ofrecen mayores oportunidades que el de origen.

Aquí, la acción se plantea en Estocolmo, adonde la joven María (muy bien asumida por la ascendente Belén Brito), perteneciente a una familia de clase media porteña viaja para ponerse a salvo de eventuales represalias por su activismo político. En Suecia, conoce a un médico, Pieter -el cada vez más sólido Nelson Rueda-, que la ayudará a aprender el idioma local, mientras ella hace lo propio con el castellano.

La diferencia de lenguas, y las singularidades idiomáticas que llevan a la península escandinava otros refugiados de Latinoamérica, reflejan un conflicto cotidiano, pero profundo, de adaptación. O para ser más precisos: doloroso.

Aunque por momentos, gracias al texto de Chague, a la puesta de Corina Fiorillo, y a las contundentes interpretaciones de los 4 actores, el humor -como el episodio de la madre de María en la aduana sueca con las paquetes de yerba mate, o la recorrida por un mercado por la "socialista" Estocolmo en busca de peceto-, sirve de momentáneo cicatrizante a estas heridas culturales y sociales.

El amor también juega un papel predominante en Kalvkött. Aunque, por supuesto, no se limita al romance que surge entre Pieter y María, sino que muestra sus múltiples facetas como el incondicional cariño paterno-filial, y hasta el amor a las cosas, a los olores, a las costumbres, que no se puede enterrar.

Nora (Susana Di Gerónimo) y Abel (Alejo Mango) se lucen con gran solvencia y sensibilidad como los padres de María. Y viven en el escenario las vicisitudes que deben asumir los personajes, cómo pueden, cada uno a su manera, el dolor de la distancia forzada. Y la persistente y tierna ilusión del reencuentro inminente.

En la dirección de Corina Fiorillo se percibe un notable crecimiento, fruto de su infatigable búsqueda, su pasión por el teatro, y la comunión que logra con los intérpretes.

Resulta evidente que le gusta trabajar con Belén y Nelson -con quienes ya contó en el elenco de la elogiada Desdichado deleite del destino-, tanto como con Susana y Alejo, con los que compartió Lo que quedó, más Big-Bang con Mango.

La directora impulsó el lucimiento del cuarteto y lo obligó en algunas situaciones al desdoblamiento en otro personaje secundario (por ejemplo, Rueda como agente de aduana o como la pareja de la hermana de María).

O montó 2 escenas simultáneas de gran impacto, tal cual sucede con la masa que golpean sobre la mesa la joven exiliada en un país de noche o días eternos, y su madre en una ciudad gris, triste, que sobrevive a una dictadura sangrienta. Uno de los momentos más conmovedores de la obra


Las fotografías de Estocolmo y Buenos Aires que se utilizan como fondo en las distintas escenas, así como la música incidental y la iluminación, resultan un invalorable aporte creativo.

Auspiciada por la Embajada de Suecia, la muy buena Kalvkött, carne de ternera, se puede ver desde el 19 de junio todos los sábados a las 21 y los domingos a las 20.30, en el Teatro del Nudo, Corrientes 1551.

Entradas: $50 (jubilados y estudiantes: $25).

Fotos: Soledad Ianni.

1 comentario :

Anónimo dijo...

Magnífica obra, por su texto, sus sa ctores y la dirección con su puesta en escena ,
Conmueve a todos los espectadores, porque de una u otra forma todos tenemos a alguien a quien extrañar.
La recomiendo muy especialmente.