martes, 6 de septiembre de 2022

Cómo combatir el sindrome de Diógenes Digital

Al lector, ¿le cuesta eliminar correos o mensajes porque siente que puede necesitarlos luego? ¿Guarda fotografías, videos o gifs que piensa le van a ser útiles? 

Hacer esto no está mal, pero ¿y si pasa el tiempo y no los usa, pero tampoco los elimina? 

En ese caso, es posible que sufra del síndrome de Diógenes Digital; un trastorno que impide a los usuarios deshacerse de objetos o archivos acumulados en dispositivos electrónicos con los que, además, no existe ningún apego emocional, y lo curioso es, que es más común de lo que parece. 

Según una encuesta de TEKDI, instituto de Marketing digital, en 2021, más de 70 % de las personas de 25 a 50 año no recuerda haber borrado archivos antiguos en el último mes, y 9 de cada 10 les costaba diferenciar lo que querían conservar de lo que no necesitaban en sus tabletas o teléfonos móviles. 

El almacenamiento de información digital también tiene efectos negativos con el tiempo, al igual que la acumulación de objetos físicos. Todos los datos y archivos que mantenemos guardados en forma digital también ocupan un espacio real en los grandes servidores de información, lo cual afecta el medio ambiente. 

Entre 2017 y 2022, a escala global, se enviaron alrededor de 333 mil millones de correos, y de ellos solo 22,7 % se abren y mientras que 2,62 % reciben un clic en la información, según cifras de MailChimp.

Entre otros efectos negativos, se encuentra la ralentización de los dispositivos o perdida de funcionalidad por sobre carga en los procesadores. 

Por eso, Bethlem Boronat, directora del Master en Customer Experience & Innovation de la EAE Business School, compartió algunos tips para combatir este síndrome y así mejorar la experiencia digital: 

1. Antes de guardar un documento, preguntarse si se va a imprimir.  En ocasiones, se acumula información casi de manera inconsciente e impulsiva. Por eso, se recomienda reflexionar si realmente al guardar, descargar o destacar un contenido realmente va a ser leído, y el impacto ambiental que genera esta práctica.

2. Controlar el dedo, preguntarse si ¿de verdad es necesario hacer todas esas fotos? Se debe procurar elegir cuándo hacer fotos y revisar de modo periódico las guardadas, y eliminar las que no son necesarias conservar. Es importante ordenarlas en álbumes y etiquetarlas. 

3. Limpiar los archivos locales y los de la nube. Cuando se guarda algo en local, se suele tener conciencia de que está ahí, pero cuando se hace en la nube no existe esa sensación, y parece que cabe todo. Eliminar todo aquello que ya no se va a usar, vaciar los cachés, ordenar los documentos, así será más fácil encontrar todo con facilidad. 

4. Utilizar herramientas que ayuden a organizar y a liberar la basura de forma simple. Las fotos se pueden subir a Find.Same.Images.OK y, posteriormente, usar alguna plataforma que ordene imágenes como Adobe Bridge. Se recomienda para escuchar música utilizar plataformas de streaming como Bandcamp. En el caso de organizar los marcadores o archivos que parezcan interesantes, se pueden implementar herramientas como Pocket, que ayudan a organizar y, por tanto, facilitan el proceso de eliminación de aquello que ya no se usa. 

5. Hacer un Marie Kondo digital cada seis meses. Poner la fecha en el calendario. Cada seis meses, se puede dedicar una mañana a revisar las carpetas locales del ordenador y así elegir lo que se guarda a largo plazo y copiarlo en un disco duro externo. Lo que se vaya a consultar, se puede ordenar en carpetas y elimina lo que ya no sirve. Esto libera espacio con un programa de limpieza como CC Cleaner. 

Se recomienda revisar las redes sociales y las carpetas de fotos, para así eliminar lo que ya no se consulta. Además de vaciar el escritorio y seleccionar los marcadores. 

Con estas sencillas, pero efectivas recomendaciones, Bethlem Boronat, directora del Master en Customer Experience & Innovation de la EAE Business School, recordó la importancia de crear espacios sanos en un entorno en el que se invierte considerable parte del tiempo y, de esta manera, mejorar la relación con la tecnología buscando la adaptación de la vida cotidiana en la era digital.

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