
El autor, el prolífico Alberto Sarramone (ya conocido por otras obras sobre las influencias de franceses, vascos y extranjeros en general en el perfil de los argentinos), se explaya -como corresponde- en los refugiados judíos y en los jerarcas nazis que escaparon de la Justicia rumbo al cono sur.
No olvida deja de repasar la llegada de germanos, cuya capacidad había sido motivo de elogio de Domingo Faustino Sarmiento en Facundo (1845), desde la conquista española con el historiador Ulrico Schmidl y los jesuitas.
Hubo alemanes en las luchas de la Independencia, por caso el barón Von Holmberg -quien peleó junto a Manuel Belgrano-. Y hasta el primer gobernador de las Islas Malvinas, de origen francés pero nacido en Hamburgo, Luis Vernet, figura en esa primeras listas de notables inmigrantes.

Además de analizar la influencia comercial, agropecuaria, cultural, religiosa, política, científica y arquitectónica -por mencionar algunos aspectos-, Alemanes en la Argentina profundiza en las polémicas relaciones bilaterales antes, durante y después de la caída de Hitler.
Debe subrayarse el muy interesante apéndice con el significado de los apellidos alemanes.
Se entiende que, a lo largo de 360 páginas, no se pueden agotar todos los temas. Pero hubiera sido valioso que el autor dedicara algunas líneas a los antecesores de Reutemann o Kirchner. O que recordara a Werner Goldshmidt, el jurista que fundó la teoría trialista del Derecho.
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