No es un debate nuevo por cierto. Pero no hay que eludirlo, y alguna vez habría que analizarlo en serio: parece ridículo, aunque resulte emotivo, preceder partidos de fútbol con la entonación de himnos nacionales, a esta altura de la humanidad.
Tan ridículo como que una de las selecciones participantes de Alemania 2006 representara a Serbia y Montenegro, un país que está separado de hecho en tantas partes como su nombre.
S&M arribó al torneo de la FIFA con una certeza: eran 2 países y no uno, tras el referendum de divorcio aprobado por los montenegrinos.
En la gramilla y en las tribunas, también delante de los televisores, se canta la canción patria como si fuera la previa a una batalla, y el honor del país estuviera en juego. En todo caso, lo que está en competencia es el talento, la garra, etcétera, de uno y otro equipo de fútbol, animados -se supone- por los mejores deportistas del país. Y el que hace más goles, gana.
¿Vale la pena exacerbar los ánimos, especialmente el de los hinchas, como si estuviera en disputa el orgullo nacional? ¿No es una velada incitación a la violencia? ¿Qué ciudadano quiere que pierda su país? El que pierde, ¿no es el seleccionado?
Los encuentros que comienzan el sábado (hoy o mañana, según el huso horario), y que llevarán hasta la final a los más exitosos, son instancias decisivas de una Copa del Mundo. El que triunfa sigue. El que pierde, se va de Alemania, derecho a su casi. Así de sencillo.
¿No hay suficiente dramatismo con eso, que encima le agregamos los himnos?
Vamos a casos particulares.
En el portal del diario El Universal, de México, Germán Díaz Hampshire, se pregunta "¿Qué himno entonará La Volpe?", el DT argentino de la selección mexicana(http://www.eluniversal.com.mx/mundial/4641.html).
Obviamente, no es el primer y único caso en que un técnico que dirige un equipos extranjeros termina enfrentando a sus connacionales: en la última fecha de la primera ronda de Alemania 2006, el sueco Sven Eriksson, entrenador de Inglaterra, se topó con el combinado de su país (1-1 y no hubo reproches), al igual que el brasileño Zico, director de Japón, que cayó 4 a 1 ante el pentacampeón (habrá sufrido el apabullante triunfo, ¿pero Zico no querrá que Brasil salga campeón otra vez?).
Además de los casos que reseña Díaz Hampshire, hay otros casos, el de jugadores que se han nacionalizado para incorporarse al team nacional de su país de residencia. Guillermo Franco, que viste la casaca de El Tri, medirá fuerzas con ex compatriotas. Respetuoso, adelantó que no gritará si vence la valla argentina. Pero cantará el himno de México, se supone.
Mariano Pernía, actual lateral de España, es otro caso. Para colmo, la península y Argentina admiten la doble nacionalidad. Así que el hijo de "El Tano" Pernía (una curiosidad, ¿no?, que este español por adopción sea hijo de un persona, valuarte de Boca Juniors en los '70, apodada como se llama cariñosamente a los italianos en Buenos Aires), tendría un serio problema si tuviera que enfrentar a la albiceleste y elegir qué canción patria entonar. ¿O cantará las dos?
Marcelo Mendieta
1 comentario :
es verdad eso.. y aparte por ejemplo el himno de argentina lo gritaban, saltaban.. y eso porque en la parte de la introduccion no tiewne letra... y en el partido contra los holandeses, ellos nos miravan como diciendo: _sera asi?-.....
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