miércoles, 15 de enero de 2020

Vacaciones: cómo enfrentar el aburrimiento de los niños, según psicólogas Edith Vega y Paula Pevre (*)

Con la presencia de los chicos en casa, muchos padres se encuentran con una problemática común: los niños dicen aburrirse rápido.

¿Qué se puede hacer? Atender sus pedidos es muy importante, pero esto no quiere decir hacer lo que piden sino escucharlos.

Hay que prestar atención a que la falta de rutinas escolares no se transforme en una desorganización total de ritmos vitales.

Se pueden flexibilizar los horarios, pero es importante que duerman de noche y coman de modo ordenado, aunque es esperable que, con los días más largos, se duerman más tarde.

Los adultos deberían preguntarse ¿de quién son las vacaciones? ¿Para quién?, ya que para las familias los recesos se transforman en un problema más que un momento deseado.

Los chicos necesitan estar con sus pares, tener la posibilidad de encontrarse con otros niños para jugar, que tengan opción a ir a espacios donde puedan desplegar actividades acordes con su edad y necesidades. Es útil encontrar organizadores diarios que faciliten el establecimiento de nuevas rutinas, para este nuevo tiempo. Recordemos que el cerebro necesita tanto novedades como rutinas.

La búsqueda de ese equilibrio suele ser la clave para favorecer el bienestar.

Durante las vacaciones, las familias tienen la oportunidad de compartir más tiempos juntos, lo que a veces puede ser un desafío. En las familias que no están acostumbradas a compartir algunas actividades o tanto tiempo juntos, pueden aparecer conflictos que requieran aprender a negociar.

Puede ser una oportunidad para conocerse y aprender nuevas formas de comunicación. Diferentes temperamentos en cada niño y en cada progenitor pueden generar encuentros o desencuentros. Hay niños que necesitan tiempo en vacío y allí pueden desplegar sus recursos imaginativos y su interioridad. Hay niños, que por el contrario, que son de acción y disfrutan más el hacer que pensar.

Respetar cada temperamento estimulando aquello que no han desarrollado es una circunstancia bien compleja, sobre todo cuando hay varios niños en una familia y algunos tienen temperamento más de acción, u otros temperamentos más de reflexión. Son situaciones de exigencia para los cuidadores y, a veces, requieren el asesoramiento de un especialista.

Para que no se aburran, hay muchas alternativas. Entre ellas, existen actividades pautadas como colonias o bien puede ser una oportunidad para aprender un nuevo deporte.

También las actividades libres, como ir a la plaza con amigos o visitar algún espacio de la ciudad desconocido, museos, son buenas opciones.

Los chicos también pueden participar en las actividades de la vida diaria de los adultos, que durante la época escolar no conocen, sin que sean planteadas como rutinas aburridas ni obligaciones, pueden ser oportunidades para que los chicos aprendan a conocer el mundo adulto: ir al supermercado, cocinar, llevar el auto al taller, concurrir al banco.

Perder el miedo a aburrirse también puede ser una buena premisa. A veces, al sentirse aburridos, se sienten motivados para buscar en su interior la respuesta más que esperar que otro se las dé. El adulto puede facilitar el conocimiento de sí mismo del niño más que darle todas las respuestas.

(*) La columnista Edith Vega es doctora en psicología (MN 14363) de la Fundación Hospitalaria, Cramer 4601 (CABA), teléfono: (011) 4704-2300; y Fundación Aiglé. Y la coautora, licenciada Paula Pevre, se desempeña también en la Fundación Aiglé (11-4781-3897/4784-3563).

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