miércoles, 14 de febrero de 2007

"Uno de los romances más conocidos de la Historia argentina fue el de Sarmiento con la hija de Vélez Sarsfield"

“Uno de los romances más conocidos de la historia argentina fue el de Sarmiento, siendo casado, con
Aurelia, hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, el padre del Código Civil, y que también estaba casada”, reveló el periodista e historiador Daniel Balmaceda, durante la emisión radial de El Informatorio por Palermo FM 94.7, de Buenos Aires.

Los grandes amores de la historia argentina, los dignos de un culebrón, fue el tema que expuso Daniel Balmaceda, periodista, escritor, historiador y editor de la sección Política de la revista Noticias, autor de los libros “Oro y Espadas” y “Espadas y Corazones”, de Editorial Marea.

“He leído, Daniel, tu última obra publicada "Oro y Espadas" -que me resultó apasionante y divertida-, y tengo muy presente el episodio de la hija de Juan Ortíz de Zarate –uno de los adelantados del virreinato del Río de la Plata y uno de sus pretendientes, mi antepasado, Diego de Mendieta... a quien describís como un verdadero arribista, un holgazán. Es decir que lo tengo en los genes… Pero, como verás, no guardo rencor…”, saludó Marcelo Mendieta a Balmaceda al comenzar la entrevista radial.

“Uno de los clásicos de la historia argentina es el de Mariquita Sánchez con Thompson. Le decían Mariquita porque se llamaba María, María de todos los Santos. Ella se había enamorado de un primo, Martín Thompson, pero los padres querían casarla con otro primo: Diego del Arco… Generalmente, se buscaba acomodar a los primos… Este Diego del Arco tenía como 50 años y Mariquita, 14. Y, por supuesto, ella veía más atractivo a Martincito Thompson. Pero la familia no quería saber nada, al punto que le armaron toda la fiesta de compromiso –evento que era muy importante en aquella época- en la calle Florida al 200, donde vivían, en la gran mansión. Y cuando estaban todos los invitados, toda la paquetería de Buenos Aires –hablamos del año 1801… Se armó la gran fiesta y Mariquita no acudió al salón, y se quedó encerrada en su cuarto, diciendo que ella no se casaba porque estaba enamorada de otro primo”, reveló Balmaceda en esta suerte de San Valentín en el túnel del tiempo .

“¡Flor de escándalo porque en aquella época –ahora somos más permisivos con los chicos-, no…! La encerraron en un convento que todavía está en la calle Independencia y a él lo mandaron a España a que siguiera la carrera naval, lejos de esta chica. Los chicos la pelearon a muerte y finalmente, 3 o 4 años más tarde, a través de un juicio lograron que el Virrey aprobara el casamiento y se casaron… Mariquita logró salvar el amor de su vida, aunque tampoco le duró mucho (ya conocemos el cuadro de cuando se interpretó el himno en su casa)… Pero Thompson, aprovechando que sabía muy bien inglés, en la época de la Revolución lo enviaron a Estados Unidos como una especie de embajador, y allá enloqueció, y tuvieron que encerrarlo en un manicomio… Lo subieron a un barco así loco y murió encerrado y atado en la bodega… Mariquita ya estaba noviando con otro, mientras su marido se estaba muriendo en alta mar…”, concluyó la anécdota el autor de “Oro y Espadas” y “Espadas y Corazones”.

“Otro de los romances más conocidos de la historia argentina –apuntó el historiador y periodista Daniel Balmaceda- fue el de Sarmiento, siendo casado, con la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, el padre del Código Civil. Aparte, era el padre de Aurelia Vélez Sarsfield, una mujer muy atractiva para la época. Entre los muchos artículos del Código Civil figura el adulterio. Y tanto Aurelia –que también estaba casada- como Domingo Faustino supieron interpretarlo… Fueron novios, mejor dicho, amantes años y años, inclusive cuando él fue Presidente y él ya se había separado de su mujer –estaba casado con Benita Martínez Pastoriza, salía de la Casa Rosada y hacía una pasadita por la casa de Aurelia… Sarmiento fue uno de los presidentes que sufrió un atentado… El plan para matarlo se hizo calculando que iba a pasar por la casa de Aurelia… Lo atacaron a mitad de camino, en Corrientes y Maipú… Los que lo atacaron cargaron mal la pistola y les explotó en la mano. Y Sarmiento era sordo, así que nunca se enteró… Casi tenemos al Kennedy argentino”.

“Un tercer y último romance fue el caso del doctor Eduardo Wilde, que es el de la estación de trenes… Tenía cara de vikingo, con bigote y barba, rudo. Tenía cuarenta y pico –ya había enviudado-, y Oliveira César, uno de sus pacientes, le dijo: ‘¿por qué no se casa con una de mis hijas?’. Guillermina tenía 15 añitos. A él le pareció fantástica la idea, se casaron y, con el tiempo, Guillermina –que primero iba al teatro Colón y se embadurnaba los dedos con chocolate porque era muy infantil- empezó a crecer y desarrollarse, y entonces el gran amigo de Wilde, Julio Argentino Roca, murió de amor por ella”, concluyó Balmaceda.

“Eduardo, que no era ningún tonto, jamás abrió la boca… Las revistas de aquella época se burlaban de Roca (ver imagen) por este affaire. El romance prosiguió a pesar de los ataques políticos furibundos que recibió en aquel momento”, señaló.

Por último, el escritor, historiador y periodista Daniel Balmaceda dio una primicia a El Informatorio sobre una obra en gestación: “La editorial Norma quiere sacar un compilado de romances, un poco más completo de lo que está saliendo en la revista Noticias, así que estoy trabajando fuerte para que salga muy divertido y se puedan contar romances de la Argentina de todas las épocas que sean entretenidos”.

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