Esto implica que alrededor de 93 % de los residuos industriales generados en el país no fueron tratados de forma correcta,
lo que -con frecuencia- resulta en su disposición en basurales clandestinos, según datos
de CAITPA (Cámara Argentina de Tratamiento de Residuos Industriales para la Protección Ambiental).
De ahí, surge la urgente necesidad de adoptar prácticas sostenibles en la industria
nacional.
En este contexto, Hongos del Pilar se posiciona como un ejemplo destacado: con
más de 40 años de experiencia, se convirtió en uno de los cultivos de hongos más
importantes del país, comprometido con la producción local de calidad y con bajo impacto
ambiental.
Especializados en champiñones blancos y portobellos -dos variedades que ganan cada
vez más espacio en la dieta argentina-, la empresa responde a un cambio en los hábitos
de consumo: según Kantar, 48 % de los hogares busca reducir la ingesta de carne e incorporar más vegetales.
"Trabajamos con la mirada puesta en nuestro futuro", sostuvo Marcos Calderón,
gerente general de Hongos del Pilar.
Esta visión se traduce en una operación guiada por
principios de economía circular, en la cual se prioriza el uso eficiente de los recursos y la
regeneración de materiales.
"Nuestro modelo productivo aprovecha subproductos orgánicos de otras industrias, como la
avícola y la equina, y los transforma mediante compostaje en un sustrato fértil y natural", concluyó Calderón.
Esto no sólo evita la disposición de residuos, sino que genera valor en
cada etapa del proceso.
Los hongos crecen en un entorno sostenible, lo que da como
resultado un alimento saludable y versátil.
Una vez cosechados los hongos, el sustrato remanente se recomposta y se transforma en
un insumo de alto valor agronómico. Se utiliza en cultivos, frutales de carozo y jardinería, y cierra así un ciclo productivo regenerativo.
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