Resulta frecuente escuchar a los niños decir qué les gustaría ser en la adultez.
Pero, ¿de dónde proviene este deseo?
La fuente de donde surgen estas manifestaciones es diversa:
- Culturales: el nivel socio cultural al cual el chico tiene acceso
- Familiares: las ocupaciones que observa en las figuras significativas del entorno cercano, la satisfacción o insatisfacción que observa en ellos respecto de la tarea que realizan
- Personales: las competencias naturales del nene
Estos comentarios hablan de la diversidad, la imaginación, y la riqueza de la mente de los niños en desarrollo.
Si bien pueden ser indicadores de la fuerte influencia que reciben, a veces de la confusión que les genera el futuro, o de una actitud de aplanamiento para ser aceptados con las elecciones que hacen sus pares.
Es bueno considerar que estas manifestaciones son diferentes según el momento evolutivo en que se encuentran. Suelen representar una proyección al futuro más que elecciones definitivas.
¿Esta clase de inquietudes surgen solo de los niños?
Sin duda, es un intercambio entre dos necesidades, entre dos interlocutores.
Las personas, desde el nacimiento hasta la muerte, construimos la identidad; es un largo proceso que se inicia tempranamente. Por este motivo, siendo adultos, encontramos en los hijos el reflejo de aquello que nos impulsa a seguir. El riesgo consiste en forzar al niño más que sugerir alternativas favoreciendo el proceso de elección.
Jorge Luis Borges decía "... desde mi niñez se consideraba de manera tácita que yo cumpliría el destino literario que las circunstancias habían negado a mi padre. Era algo que se daba por descontado (y las convicciones son más importantes que las cosas que meramente se dicen). Se esperaba que yo fuera escritor...".
El proceso de elección es un fenómeno complejo: hay muchos elementos en juego, y muchos interjuegos entre los elementos que lo componen. Actualmente, se observa una relación importante con la realidad virtual a la cual los niños tienen acceso. Esto agrega un elemento diferente de elección.
El interjuego se da entre las habilidades naturales y/o adquiridas del niño y la expectativa de los adultos, o lo que el niño supone que más coincide con lo que él cree que sus padres quieren.
El riesgo es que los padres quieran que sea lo que no pudieron ser o que interfieran u obstaculicen el proceso de construcción de la identidad del niño. La tarea de ser padres y madres exige un dialogo abierto entre los deseos de los padres y los del niño.
Mandatos familiares:
No es unilineal, es interesante el proceso en los estudios realizados con familias numerosas: un mismo mensaje, escuchado por diferentes hijos es tomado de modo diferente. Algo que para uno representa un mandato ineludible, para otro, es un comentario al pasar, casi olvidado.
Por otro lado, no para todas las personas los mensajes de los padres son vividos como algo necesariamente negativo. En algunas experiencias, es un ordenador que permite marcar un rumbo en la vida.
Muchas personas manifiestan de adultos tener problemas emocionales porque sintieron que les falto una guía, un mandato que marcara un rumbo en algo que vivían. Otros manifiestan que pueden hacer lo que quieren aunque coincida con lo que los padres quieran. Suele ser un indicador que terminó la adolescencia.
La variable que entra en juego es el temperamento del niño. Para algunos, la presencia del padre se impone evidenciando la inseguridad y la pequeñez que sienten frente a esa figura.
En Cartas al padre, Franz Kafka dice "... En aquella época yo hubiera necesitado algún estimulo por tu parte. Estaba ya aplastado por tu mera corporeidad. Me acuerdo por ejemplo de cómo muchas veces nos desvestíamos juntos en una cabina, yo flaco, enclenque, esmirriado, tú fuerte, alto, ancho; ya en la cabina mi aspecto me parecía lastimoso, y no solo delante de ti sino del mundo entero, pues tú eras para mí la medida de todas las cosas. Pero cuando salíamos de la cabina delante de la gente, yo de tu mano, un pequeño esqueleto inseguro, descalzo sobre las planchas de madera con miedo al agua, incapaz de imitar los movimientos natatorios que tú con buena intención pero en realidad para mi gran oprobio me enseñabas todo el tiempo, entonces estaba completamente desesperado, y todas mis malas experiencias en todos los terrenos venían a coincidir maravillosamente en tales momentos...".
Para aprovechar creativamente el deseo infantil, necesitamos estar sin apuros, aunque solo dispongamos de 5 minutos, esos 5 minutos estar totalmente con él.
Como padres, trasmitimos valores y podemos estar sensibles a los intereses del niño. Compartir nuestro trabajo puede ser una buena experiencia para el niño, siempre que para nosotros sea una fuente de gratificación o de desafío a superar más que la evidencia de frustración, desesperanza, o un camino sin salida.
Recordemos que si los trajimos al mundo, somos responsables también de ayudarlos en el complejo proceso de construcción de una identidad saludable, más que resentida. Nuestra tarea es también una responsabilidad social.
Recomendaciones:
- Dejarse sorprender por la manera que tiene el niño, coincida o no con la propia expectativa
- Apoyarlo aunque no coincida con lo que hubiéramos elegido como padres
- Pedir ayuda cuando nos sentimos abrumados por la labor que la vida nos presenta cotidianamente en la crianza de nuestros hijos
(*) La columnista -foto- es doctora en psicología (MN 14363) de la Fundación Hospitalaria, Cramer 4601 (CABA), teléfono: (011) 4704-2300; y Fundación Aigle.
miércoles, 4 de mayo de 2016
Cuando sea grande quiero ser: consejos para que padres acompañen a sus niños, por Edith Vega (*)
Labels:
chicos
,
comunicación
,
educación
,
empleo
,
Fundación
,
información
,
medicina
,
niños
,
padres
,
psicología
,
RRHH
,
salud
,
vocación
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario