La licenciada Mercedes Castronovo y el doctor Pablo Hirsch (foto), integrantes de dePSICOTERAPIAS.com, escribieron la siguiente columna sobre cómo evitar que la epidemia de gripe N1H1 puede provocar trastornos de la ansiedad. A continuación se reproduce el texto:
Damián nos cuenta: “desde que apareció el tema de la gripe porcina no puedo dejar de pensar en eso. Uso barbijo para salir a la calle, me compré varios potes de alcohol en gel y me lavo las manos más de 20 veces por día. Fui dos veces al médico y me dijo que no tengo nada, pero no me convenzo. Me preocupan mi hermano y mi papá que tienen que ir a trabajar. Me cuesta dormir y ya no quiero juntarme con mis compañeros. Por suerte no tengo que ir más al colegio. ¡Ni loco me subo a un colectivo! Mi mamá se enoja porque no quiero hacer las compras, pero tocar la plata es un riesgo”.
Tener miedo o ansiedad es necesario y normal. Es una reacción fisiológica de defensa natural y adaptativa que sirve para activar el estado de alerta ante potenciales amenazas. Hasta aquí, son emociones que nos afectan a todos, necesarias y útiles.
Pero Damián ya no tiene un miedo funcional. Lo que cuenta expresa un trastorno de ansiedad. Su reacción es desproporcionada por su intensidad y frecuencia y porque limita su actividad cotidiana.
Los trastornos de ansiedad son la patología psiquiátrica con tasas más altas de prevalencia y afectan a 8-20% de la población general.
En los últimos días, se discuten en los medios las fuertes consecuencias médicas, económicas y sociológicas que puede provocar la llegada abrupta de la gripe A. Sin embargo, no se deben subestimar las consecuencias psicológicas que generan estas epidemias. La sobreinformación puede provocar en algunas personas la excesiva preocupación a enfermarse o morirse. En este contexto se pueden sugerir algunas recomendaciones que le permitan a la persona controlar mejor estos temores:
- Acepte el miedo. Hay que utilizar el miedo sólo como una herramienta para motivarse y motivar a otros a incorporar rutinas de autocuidado.
-Es razonable sentir temor frente a la posibilidad de contagiarse de la gripe A. Sin embargo, cuando el miedo se vuelve muy intenso e irracional, resulta contraproducente, y lleva a parar la vida diaria o a hacer cosas contraproducentes.
-Infórmese, pero sólo de fuentes serias, por ejemplo de infectólogos o de la página de la Organización Mundial de la Salud.
-Evite el interés excesivo por las informaciones alarmistas. Recuerde que cuando una noticia es negativa, se la suele reiterar mucho más que cuando es positiva y esa reiteración induce un estado de temor o ansiedad que ya no es útil.
-Si teme haber enfermado evite perderse en rumiaciones sobre esa posibilidad, haga la consulta médica y deposite su confianza en el profesional.
-No se involucre en conversaciones donde cada uno aporta un poco más de alarma y datos catastróficos. En otras palabras evite transmitir sus miedos y también exponerse al contagio. No hay nada más contagioso que el miedo.
-Trate de pensar y conversar sobre el tema sólo un tiempo limitado por día. Haga el esfuerzo para hablar sobre otros temas.
-Manténgase en contacto con su espiritualidad, si eso le ayuda a sentirse mejor.
-Mantenga su vida social; evite aislarse.
Estos miedos y preocupaciones afectan no sólo a adultos, sino también con frecuencia a niños y adolescentes. Diversos factores de la vida en las sociedades modernas llevan a que los trastornos de ansiedad hayan aumentado tanto en la población adulta como en la infantil. A la detección y tratamiento se referirá el doctor Philip Kendall cuando visite la Argentina, en el marco del 1º Congreso Internacional de Psicoterapia Contemporánea - Cuerpo, Mente y Espíritu en agosto.
miércoles, 8 de julio de 2009
Gripe A: "Miedo debe servir para incorporar rutinas de autocuidado" (Dr. Hirsch y Lic. Castronovo)
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