
Aunque resulte inverosímil, esas características corresponden a las FAL, una de las siglas más relegadas en la historia de la rebelión izquierdista en la Argentina.
Opacadas por la espectacularidad de Montoneros y ERP, y hasta de las FAR (de orientación peronista como los primeros, a los cuales se unió), el periodista Ariel Hendler se propone, y con gran acierto, rescatar del olvido a las Fuerzas Argentina de Liberación con el libro La guerrilla invisible, que acaba de editar Vergara.
En la línea setentista, el autor tiene, a priori, el mérito de haber elegido un terreno casi inexplorado por otros colegas, deslumbrados por acontecimientos puntuales como la masacre de Rawson, el secuestro y asesinato de Aramburu, Ezeiza o el frustrado copamiento de Viejo Bueno, o por los grandes sellos terroristas ya mencionados.

Un dato interesante de las FAL, según se desprende de La guerrilla invisible, es que siempre priorizaron la vida, incluso la de sus presuntos enemigos, a la hora de planificar y realizar los operativos, fueran para hacer propaganda, recaudar fondos o robar armamento.
Con interesantes relatos en primera persona -a modo de cierre de varios capítulos-, y el hallazgo de rearmar el rompecabezas de las Fuerzas Argentinas de Liberación, Ariel Hendler hace un valioso aporte a la historia reciente.
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