Carnestolenda en Viena: papelón made in Argentina con Greenpeace de bastonero

¿Puede la Argentina volver del escarnio, después de haber dejado en ridículo la seguridad de una cumbre mundial de jefes de Estado? Gracias, Greenpeace por banalizar aún más el legítimo reclamo de Gualeguaychú y hacernos pasar otro papelón internacional.
En una edición anterior del site de El Informatorio fustigábamos a Néstor Kirchner por montar un ensayo de acto reeleccionista y desvirtuar así, en el Corsódromo de Gualeguaychú, Entre Ríos, el reclamo ambientalista contra la instalación de pasteras en el Uruguay. Incluso mencionamos en esa crónica que Greenpeace había calificado de "bochorno" el discurso del presidente argentino porque no habló de una política ecológica estatal más que como enunciado vago y testimonial.
Ahora le cabe a Greenpeace el protagonismo del escarnio a escala internacional, también con el remanido e interminable tema de las papeleras.
Aunque fue Evangelina Carrozzo la figura que apareció en la cumbre de mandatarios de América Latina y Europa con un cartel anti-pasteras, y ataviada con el diminuto vestuario de Reina del Carnaval de Gualeguaychú, Greenpeace tiene la responsabilidad de haberla llevado hasta Viena con el propósito, según reza en un comunicado de la ONG mundialmente famosa, de hacer "una comparsa en la Cumbre".
En una charla de amigos, en un café, podemos celebrar la ocurrencia, como nos reiríamos de una exhibición similar de los boys de Mario Pergolini. O hasta podríamos decir que le entergamos a la chica en cuestión a Tabaré Vázquez, siempre y cuando levante la construcción de las plantas de Botnia y Ence.
Pero esto no era una conversación doméstica o un show televisivo. Ni daba el tema para hacer la gran CQC. Estamos hablando de un tema serio: que enfrenta a dos países, Argentina y Uruguay, tradicionalmente más que hermanos. Y que nos puede llevar a un distanciamiento profundo, irreversible. Ya no da para chistes. En toda caso, dejemos las charadas, la picardía y el ingenio popular para el cabotaje. Pero no le pidamos al mundo que nos tome en serio.
En menos de 10 días, Kirchner presentó una demanda ante el Tribunal de La Haya (las partes están citadas para el 8 y 9 de junio); hizo un acto político con opositores casi a sueldo del gobierno, en el predio donde se hacen los corsos más difundidos de Entre Ríos; y ahora comparte con colegas de América latina, Europa y el Caribe la irrupción de una compatriota que llama más la atención por la ropa que le falta que por el cartel que levanta. Obviamente, contra las papeleras.
Lo de Greenpeace es muy grave: ayudó a Evangelina, la vedette en cuestión, a tomar prestada una identidad falsa, la de supuesta periodista y acreditarla en el encuentro presidencial, vulnerando -en una tragicómica cadena de papelones- a la fuerzas de seguridad que debían controlar el edificio (y que, al menos, deben haber pasado a retiro).
¡Menos mal que era una joven entrerriana y no una fanática militante de algún grupo fundamentalista! ¡Pero claro, la policía europea se hubiera dado cuenta por el color de la piel de que era peligrosa: y Evangelina es, además, linda! ¡Entonces, nada malo podía suceder! ¡No era sospechosa! Error que pudo haber sido fatal, con un magnicidio masivo y a escala nunca antes vista.
La joven entró, por si fuera poco, al salón donde los mandatarios se iban a tomar una fotografía -un clásico-, circunstancia a la cual sólo tienen permitida la entrada medios debidamente acreditados y, para ser más exactos, fotógrafos y camarógrafos. Nada más. Evangelina, por cierto, no tiene ninguna de esas profesiones (y tampoco parecía haberse guardado la cámara en un lugar visible).
Los medios argentinos, que entrevistaron a la atrevida veinteañera, le dieron la categoría de ídola nacional. Como si hubiera procedido bien, cual heroína. Aunque en la mayoría de los casos omitieron darle el merecido crédito a Greenpeace. Entonces, la oficina local de la organización inundó las redacciones con un comunicado de prensa. De alguna forma querían atribuirse este particular atentado (pacífico, aunque poco acorde a las reglas diplomáticas), y salir en la foto.
A Evangelina Carrozzo poco puede reprochársele. Atrevida, tuvo suerte de salirse con la suya y conseguir por unas horas la figuración internacional que el cetro de reina de belleza de Gualeguaychú no le había facilitado hasta ahora.
Con cierto candor, reflexionó en la declaración de Greenpeace que "representar a mi ciudad va más allá de la cuestión del carnaval, implica comprometerse con cuestiones que hacen a la calidad de vida de mi región y desde hace unos años que la cuestión de las papeleras nos moviliza mucho por el impacto que puede tener sobre nuestro ambiente, nuestra salud y economía. Por eso acepté venir con Greenpeace a Viena, porque hay dos empresas europeas involucradas y porque quiero exigir a los presidentes de Argentina y Uruguay que cambien las plantas de lugar y que no contaminen nuestro río". Me imagino que los mandamás de Finlandia y España ya están ordenando a las empresas levantar campamento. Y Tabaré pidió el número de teléfono de Evangelina, bajo promesa de suspender inversiones que le dejarán al Uruguay algo así como 1800 millones de dólares.
Un fin loable el de Evangelina, como el de todos sus coterráneos, pero que -por esta vía- poco ayuda a solucionar o, al menos, acercarse a una eventual negociación, y menos con ayuda de jefes de Estado ajenos al conflicto (¿qué habrán pensado el español Zapatero o la alemana Merkel del gag?), o el mismo Kofi Annan, de la ONU. Un litigio que parece condenado a quedar atrapado en un río, sin salida y, posiblemente, contaminado de buenas intenciones.
Marcelo Mendieta http://elinformatorio.blogspot.com/