martes, 29 de noviembre de 2011

"Academia, carajo resume un grito, en la tribuna o en la calle; en la derrota o la victoria" (A. Wall)

"Es una historia de diciembre de 2001, del "que se vayan todos", contada desde Racing. Una pintura de la época. Pero también hay historias de nuestra resistencia: lo que significó el descenso, la quiebra, el gerenciamiento. Todo eso contado por hinchas. Racing es, como escribió alguien, un país a escala. ¿Cómo contar lo desesperados que estábamos por ser campeones ese año, si no se cuenta todo lo que nos pasó en treinta y cinco años?", reflexiona Alejandro Wall, joven y talentoso periodista, autor del libro Academia, carajo.

"Racing campeón también fue un hecho político, algo que, por otro lado, me admitió el propio Ramón Puerta (N. de R: presidente provisional en aquellos días tan convulsionados de la Argentina)", confiesa A.W.

El libro promete, además de un interesante enfoque social, político y económico, deliciosas anécdotas, entre ellas, la del juez de línea simpatizante de Racing -que jugó un papel clave en la obtención del máximo trofeo del fútbol argentino-, o la del cura de Barracas que pintó su iglesia de celeste y blanco por su pasión futbolera.

Hincha del club, el autor admite que empezó a escribir con distancia como si fuera un escritor imparcial. Pero, finalmente, decidió contarlo en primera personal del plural. "Me atrevo a decir que es un signo de estos tiempos, en los que los periodistas empezamos a revelar desde qué lugar escribimos o hablamos", reflexiona Wall.

A continuación, se transcribe la imperdible entrevista con el responsable de esta obra que acaba de editar Sudamericana - Random House Mondadori.

Marcelo Mendieta: ¿Cómo surgió la idea de hacer un libro sobre Racing? ¿Hace cuánto tiempo venías pensando en hacerlo y cuánto tiempo demandó escribirlo?
Alejandro Wall (foto): Desde esos días de diciembre de 2001, con Racing campeón y ese país que ardía, supe que era buena crónica. Pero son esas cosas que uno piensa y abandona. A fines del año pasado le acerqué la propuesta a Marcelo Panozzo, que además de editor es hincha de Racing, y aceptó la idea para Sudamericana. Luego fueron ocho meses de entrevistas y escritura. Aunque también es cierto que yo hacía tiempo trabajaba temas relacionados a Racing, lo que me hizo todo más fácil.

M.M.: ¿Por qué elegiste ese título?
A.W.: Mi idea general era Racing campeón en el país del que se vayan todos, que es uno de los subtítulos. Academia, carajo surgió de una charla con Ezequiel Fernández Moores, ese enorme periodista y amigo, del que todos los que venimos de abajo aprendemos. A Panozzo le gustó cuando se lo tiré. Academia, carajo resume un grito, una descarga, que puede ser en la tribuna o en la calle; en la derrota o en la victoria. Debo empezar a confesar, de todos modos, que en algún momento me hizo dudar el título y ahí es cuando agradezco al genio de Panozzo, que lo defendió con fuerza y me hizo entender que estaba bueno.

M.M.: ¿Qué va a encontrar el lector en Academia, carajo? ¿Está pensando sólo para hinchas de Racing? ¿Por qué deberían leerlo los amantes del fútbol en general?
A.W.: Lo que va a encontrar es una historia de diciembre de 2001 contada desde Racing. Una pintura de la época. Pero también van a encontrar las historias de nuestra resistencia: lo que significó el descenso, la quiebra, el gerenciamiento. Todo eso contado por hinchas. Racing es, como escribió alguien, un país a escala. ¿Cómo contar lo desesperados que estábamos por ser campeones en diciembre de 2001, si no se cuenta todo lo que nos pasó en treinta y cinco años? Se van a encontrar también con la historia de un juez de línea que es clave para el título y es, sí, hincha de Racing. Hay mucho de política y muchos políticos rondando todo el tiempo. Hay una negociación en la Casa Rosada un sábado por la mañana para que Racing pueda jugar porque, en el colmo de nuestra vida de hinchas, nos habían suspendido el campeonato. Hay mucha calle y movilización, y varias historias de vida. Es obvio que los primeros interesados son los hinchas de Racing, pero creo que el libro por momentos excede a Racing y me atrevo a decir que excede el fútbol. Intenté contar la crisis de 2001 mirada desde una tribuna del Cilindro de Avellaneda.

M.M.: ¿En ningún momento, se te cruzó por la cabeza que rompías el molde de los periodistas deportivos que, salvo algunas excepciones, suelen evitar identificarse con un club?
A.W.: Sí, pensé mucho sobre eso. Nunca oculté que soy hincha de Racing, aunque es cierto que siempre trabajé en medios gráficos y eso supone muy poca exposición. Un libro tal vez sea diferente, pero creo que era la forma más honesta de hacerlo. De hecho, había empezado a escribir con cierta distancia y me sentí incómodo. No podía escribir sobre "ellos, los hinchas de Racing". Tenía que ser un "nosotros". Entonces cambié. Hay un registro de hincha en el relato, más allá de que no abandono mi lugar como periodista. Creo que no son cosas incompatibles y me parece que queda demostrado en el libro. 
Me atrevo a decir que es un signo de estos tiempos, en donde los periodistas empezamos a revelar desde qué lugar escribimos o hablamos. Y si no lo revelamos se nos empieza a notar desde dónde lo hacemos. Y me parece buenísimo. 
Los periodistas deportivos tenemos el mandato de no contar por quién hinchamos. Respeto a quien no lo hace pero tenemos que empezar a romper ese molde y demostrar que podemos hacer nuestro trabajo periodístico sin ocultar nuestras pasiones. Racing es mi viejo, él me hizo hincha, me dio una identidad, ¿cómo voy a ocultar algo así?

M.M.: Como sos un periodista muy completo y de sólida formación intelectual, que escribís sobre fútbol y deportes en Tiempo Argentino y Un caño, pero te has ocupado como editor y redactor de otros temas, ¿qué sentís que le aportaste a un texto como éste, que excede el tema Racing?
A.W.: Trabajé en otras diversas secciones antes de recalar en deportes. Y me permitió poder observar las cosas desde distintas perspectivas. El fútbol no es sólo once jugadores contra otros once: es un negocio que mueve millones, un espectáculo y un hecho político y social; una historia de épica, hazañas y fracasos, en donde hay héroes, hay villanos y hay cobardes. El fútbol son muchas historias.
Haber pasado por distintas secciones me enseñó a poder mirar todo eso, a mirar un poco más allá, a contextualizar. No puedo quedarme con el resultado de un partido. Todo ese background previo me ayuda a mirar esta historia de Racing como algo global: Racing campeón también fue un hecho político, algo que, por otro lado, me admite el propio Ramón Puerta.

M.M: Si tuvieras que elegir una anécdota que no figure en el libro, pero que te llevara a encontrar material para él, o un tramo de Academia, carajo, ¿cuál elegirías como ejemplo de lo que significa este trabajo para vos?
A.W.: Se me ocurren muchas cosas. Mis charlas con "Mostaza" Merlo, el DT del equipo que ganó el título,  en un café de Belgrano. O el desayuno con Martín Vitali, uno de los campeones, en el que me contó sobre el juez de línea hincha de Racing. Seguir esa pista hasta encontrarlo y llegar a hablar con él fue un momento que disfruté y en el que sentí la adrenalina periodística. Después, me ocurrió algo propio del oficio.
Una mañana entrevisté en la Iglesia Natividad de María, en Barracas, al padre Juan Gabriel Arias, hincha de Racing. Habíamos tenido una larga charla en la parroquia (ya habíamos hablado en otras oportunidades) sobre su locura por Racing. La Iglesia es celeste y blanca, y el cura casa y bautiza con las banderas de Racing. Como siempre grabé y me ayudé con anotaciones. Cuando volvía en el colectivo me dí cuenta de que no había grabado nada. Y me puse a reconstruir todo el diálogo, muy largo y con mucho detalle. Como todo estaba fresco, lo logré. Fue una de las primeras entrevistas que hice. Luego pensé que eso también era Racing: que el grabador no te grabe y que el esfuerzo sea el doble.

M.M.: ¿Ya estás pensando en un próximo volumen?
A.W.: Por ahora todavía estoy disfrutando de este libro, que es especial por ser el primero y porque es algo que me toca de cerca. Tengo ideas desordenadas en la cabeza, ganas, pero todavía todo es muy fresco.

Foto del autor: Edgardo Gómez.

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