
Desopilante, talentoso, ingenioso, hilarante hasta el paroxismo, qué más se puede decir para elogiarlo, el ex coequiper de Carlos Belloso en "Los Melli" -perdón, pero hablar de Dreizik implica evocar al mítico dúo y a Belloso (hoy seducido por los sets y los cheques de Pol-ka, lo que no le quita mérito)- se luce con un despliegue escénico y actoral increíble, con la primera misión -en la que nunca falla- de divertir al espectador, de hacerlo reir, de hacerlo revolcar, cual poseído, a simple carcajada en la butaca.
Tampoco se equivoca al buscar la complicidad de la platea, y provocarle reflexiones sobre la vacuidad de las frases hechas -uno de los constantes aciertos de DD, herencia de "Los Melli"-, y de ciertas convenciones sociales que, tras la risa, esconden una visión crítica de la realidad.

Con una utilización siempre inteligente y graciosa del idioma, Dreizik -muy bien dirigido por su esposa, la actríz Vanesa Weinberg- demuestra que se puede ser "náufrago" en una isla, sin necesidad de caer en las obviedades hollywoodenses de Tom Hanks. Y, en este caso, no se extraña el presupuesto o el marketing. Lo que hace Dreizik es, sencillamente, imperdible.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario