Hace un tiempo convocamos a 2 laureados escritores argentinos para hablar de la especialidad de ambos, la literatura infantil y juvenil, y, entre otros aspectos, de cuáles son las claves para seducir lectores de ese target.
Uno de ellos, Franco Vaccarini, de generosa producción en el género y además subdirector de Mil mamuts -revista de cuento latinoamericano-, demuestra con un ejemplo cabal, gracias a su última novela corta para mayores de 12 años, El monstruo perfecto, cómo se hace para capturar la atención del público con recursos genuinos, que apelan a la tradición de los maestros y la combinan con la actualidad, sin golpes bajos y efectistas.
Y, para colmo, con un lenguaje rico, ameno y accesible, y al mismo tiempo muy lejos de clisés y ramplonerías.
La trama, subyugante, invita a sumergirse en un mundo fantástico pero, a la vez, muy cercano al lector: un adolescente misteriosamente calvo viaja a Córdoba a pasar las vacaciones de verano con la tía y la hija de ella. Lo desvela un objetivo: revelar el enigma que lo atormenta en sueños, y en vigilia, por qué desapareció el tío Wilton.
Vaccarini, con inusual equilibrio, puede apelar a una cita de Borges y a una canción emblemática del rock actual, Babasónicos, para establecer de dónde viene su inspiración y, también, hacer un guiño a los adolescentes.
El género fantástico, claro está, es el camino por el cual se desliza con distinción el autor. Y El monstruo perfecto, de Franco Vaccarini, si bien editado por Edelvives para niños y jóvenes, puede resultar, debo confesarlo, un deleite para adultos como el que suscribe.
Marcelo Mendieta
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