miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ricardo Bebczuk: "medidas del gobierno influyeron mucho en mi libro Para entender la economía"

"Siempre me ha preocupado la falta de comunicación entre los economistas y el resto de la gente", explica Ricardo Bebczuk (foto de abajo a la derecha), autor de Para entender la economía, libro muy entretenido y didáctico que acaba de editar Galerna.

La elaboración de esta interesante obra que aborda con claridad y sin anteojeras ideológicas 12 preguntas esenciales (como anticipa el subtítulo), algunas de ellas referidas a mitos y creencias sobre la economía, tuvo un impulso notable a partir de algunas medidas de la administración de Cristina Fernández, por ejemplo, el "cepo cambiario" y la política respecto de la inflación.

Más allá de hablar de su texto, este académico y docente (y humorista -trabajó en Sátira12, el suplemento de Página12-) ofrece su punto de vista sobre el papel que cumplieron los ministros de Economía del kirchnerismo, a partir de la salida de Roberto Lavagna.

A continuación, se reproducen los tramos salientes de la entrevista de El Informatorio con Ricardo Bebczuk:

Marcelo Mendieta: ¿Cómo surgió la idea de hacer un libro dedicado explicar algunas claves de la economía? Ricardo Bebczuk: Siempre me ha preocupado la falta de comunicación entre los economistas y el resto de la gente. Muchos economistas están más preocupados por impresionar a sus colegas que por transmitir sus conocimientos a los usuarios finales.
Por otra parte, en la última década los debates ideológicos han ganado lugar a los debates técnicos, difudiendo creencias intuitivas, pero muy erradas, sobre cómo debe conducirse una economía. Mi intención ha sido revisar estas creencias, señalar sus pros y sus contras, y evaluar si la evidencia disponible está de acuerdo con esas intuiciones. Lo que verán en el libro es que muchas veces la realidad es claramente contraria a esas ideas tan populares.

M.M.: ¿Cuánto tiempo llevó la escritura y la preparación?
R.B.: Alrededor de 18 meses. Ha sido un trabajo muy arduo, pero, al mismo tiempo, muy gratificante.

M.M.: Medidas del gobierno como los polémicos números del Indec, las trabas a las importaciones, el denominado "cepo al dólar" o la nacionalización de YPF, así como la inflación, ¿de qué manera influyeron en la elaboración de esta obra?
R.B.: Influyeron mucho. Estas decisiones de política económica son muy buenos ejemplos de las intuiciones engañosas que mencionaba antes. Todas ellas tienen una justificación en apariencia razonable, vinculada con la protección del empleo, el crecimiento o la estabilidad, pero, examinadas a la luz de la experiencia argentina e internacional, descubrimos que este tipo de medidas, más temprano que tarde, terminan perjudicando a nuestros trabajadores y nuestras empresas. El libro busca justamente desnudar las falacias que se esconden detrás de estas medidas, así como remarcar, cuando corresponde, sus virtudes.

M.M.: ¿Cuáles son los mitos o creencias más arraigadas en el público (me refiero a conceptos equivocados o tergiversados)?
R.B.: La lista es muy extensa, pero puedo mencionar algunos: "Las importaciones perjudican al país", "Los bancos públicos ayudan a la economía y los bancos privados la dañan", "Los déficits fiscales son siempre malos", "Con una devaluación se resuelven los problemas externos", "Los países exitosos tienen bajo gasto público". Como se puede ver, hay mitos de todos los colores: algunos alentados por la derecha, otros alentados por la izquierda. Y, mientras tanto, nosotros –la gran mayoría de la población– en el medio, tratando de discernir la verdad en las proclamas de cada bando. La economía no ha resuelto totalmente estas cuestiones, pero los datos estadísticos –mucho más objetivos y creíbles que cualquier consigna política o ideológica– nos orientan muy bien en la dirección de lo que es cierto y lo que no.

M.M.: ¿Hay material para un próximo volumen?
R.B.: Ciertamente. En este libro he intentado cubrir una muy amplia diversidad de temas, pero han quedado muchos pendientes y, por otra parte, cada una de las 12 preguntas del libro amerita un volumen propio.

M.M.: ¿Se puede abordar la economía desde un punto de vista "desideologizado", de manera técnica y didáctica?
R.B.: Sí, o, por lo menos, ésa es mi búsqueda. No niego que en la toma de decisiones de un gobernante, o de un Parlamento, las aristas políticas influyen tanto o más que lo estrictamente económico. Pero esto no quita que el proceso decisorio deba tener una primera etapa centrada en lo técnico, en la cual los argumentos conceptuales a favor y en contra, más el resultado previo de esa medida aquí y en otros países, den una primera respuesta. Este análisis puede y debe hacerse en términos simples y comprensibles para el no especialista. Luego, entrarán a jugar la ideología y las restricciones políticas, pero siempre intentando no apartarse demasiado del análisis técnico. La economía ha tratado muchos temas por más de 200 años y ha recopilado información sobre éxitos y fracasos en cientos de países, con lo cual algo interesante debería tener para decir...

M.M.: ¿Cómo te ubicarías en el mapa de los economistas argentinos? ¿De quiénes te sentís cerca?
R.B.: Si bien soy principalmente un economista académico, dedicado a la docencia y a la investigación aplicada, considero que hay muchos economistas argentinos muy valiosos en muchos ámbitos, tanto aquí como fuera del país. Para citar algunos nombres conocidos, me gusta el estilo y la solvencia de Juan Carlos de Pablo y, con otro perfil, Eduardo Levy Yeyati.

M.M.: ¿Qué papel juega el humor en tu trabajo?
R.B.: No es una búsqueda deliberada, pero el humor forma parte de mi estilo profesional, en especial cuando tengo que dar clases o hacer presentaciones. No preparo nunca material humorístico, pero siempre hay algo que me lleva a intercalar una ironía o algún chiste, no siempre muy inspirados, pero que igual no puedo reprimir.

M.M.: Como especialista, ¿qué opinión te merece que los ministros de Economía, salvo durante la primera etapa del gobierno de Néstor Kirchner con Roberto Lavagna, hayan dejado de ser personajes muy poderosos y conocidos a convertirse en virtuales ignotos para la mayoría de los argentinos? A juzgar por los resultados, ¿eso te parece bueno o malo, o resulta irrelevante?
R.B.: Roberto Lavagna fue un excelente ministro en un momento muy complicado. Desde allí el deseo del gobierno de tomar las riendas directas de la economía llevó a la elección de ministros con poco peso en las decisiones y en general con cuestionables antecedentes para un cargo de tamaña envergadura. Me parece una muy mala señal. El ministro de Economía no tiene por qué ser una persona poderosa a la hora de fijar los destinos del país, pero sí un profesional solvente y confiable, que aporte la ineludible visión técnica que constituye un pilar de las buenas decisiones de gobierno.

M.M.: ¿Por qué pensás que muchos economistas argentinos se tientan con la posibilidad de hacer política?
R.B.: Supongo que por los mismos motivos por los que yo decidí escribir el libro. Genera cierta decepción la generación de ideas y propuestas útiles para mejorar la situación de los argentinos que terminan volcadas en un libro o un artículo sin convertirse en herramientas de cambio. Para superar esta falta de impacto, la participación directa en la política es una alternativa muy atrayente. El mayor inconveniente es que el economista se acostumbra a trabajar con números y a plantear verdades descarnadas y ese enfoque no se lleva bien con la práctica política.

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