A tres años de la firma de la Resolución 125, que provocó una inesperada fisura en la sociedad -a favor y en contra del entonces flamante gobierno de Cristina Fernández de Kirchner-, los periodistas Andrea Jafelle Fraga y Guido Baistrocchi abordaron la tarea de reconstruir en Campo de Batalla cómo se gestó el aumento de las retenciones a la soja, a partir de una necesidad de "caja", según los autores, y cuáles fueron sus dolorosas secuelas.
Con un tono que erizará la piel de los lectores oficialistas, el libro reivindica la teoría del "doble comando" y otorga a Néstor Kirchner el papel determinante en la embestida contra los productores rurales, tras una inquietud que el inexperto (según lo describe el mismo texto) ministro de Economía de la época, Martín Lousteau, traslada al fallecido líder santacruceño.
Por cierto, aparece Guillermo Moreno como estrella invitada en este episodio. Está claro que es el malo de la película.
En esta Crónica de la resolución 125, como reza el subtítulo del volumen, no se privan de hacer un racconto de cuáles fueron los antecedentes de la relación del ex mandatario, en especial, con la Sociedad Rural.
En cuanto a la metodología utilizada por los bandos en pugna duante el conflicto, Jafelle Fraga y Baistrocchi hacen equilibrio para fustigar, en similares dosis, los excesos de ambos sectores, con énfasis en los "escraches" que sufrieron algunos dirigentes oficialistas, una vez que la polémica se trasladó al Congreso.
Como no podía ser de otra manera, Julio Cobos ocupa un papel central en la trama. A pesar de los prejuicios de los fans de Néstor y Cristina, el vice no irrumpe como un héroe en este relato. Se marcan luces y sombras de su participación antes y durante aquella madrugada del 17 de julio de 1998 en el Senado, donde pronunció la histórica frase "mi voto no es positivo" que dinamitó la Resolución 125, y la alianza gobernante.
Sí hay que destacar que, a juicio de quien esto escribe, Alberto Fernández, el entonces jefe de gabinete, surge como una figura que razona y se muestra dispuesto al diálogo, sin dejar nunca su lealtad al matrimonio K a pesar de que este vínculo lo haya atado, en ocasiones, de pies y manos. Ha sufrido, de acuerdo con esta versión.
Hubiera sido muy interesante que la dupla de autores profundizaran en el papel que desempeñaron los medios, en especial, Clarín y La Nación, y los intereses de ambas empresas periodísticas con el campo (y no sólo porque organizan ExpoAgro).
En esa misma línea, hubiesen podido conectar la embestida posterior contra ellos, a través de la nueva ley de medios, uno de los hits de la gestión kirchnerista.
Asimismo, hubiera resultado atractivo desarrollar la pista de los legisladores que supuestamente fueron tentados por el oficialismo, como el caso del senador Emilio Rached, para cambiar de voto y apoyar la medida en discusión.
Por último, y quizá sea oportuno para una próxima edición, sería aconsejable incluir un apéndice con facsímiles y textos, entre ellos, el de la Resolución 125, algunos pasajes de las versiones taquigráficas de las sesiones y de las deliberaciones en comisión de las cámaras alta y baja, así como afiches de respaldo al oficialismo y de rechazo al campo y viceversa, portadas de diarios de la época, etcétera.
De todas maneras, Campo de Batalla es una obra necesaria, y con gran poder de síntesis (apenas supera las 200 páginas) para repasar, analizar y ahondar en una de las guerras más insólitas e imprevisibles de la historia contemporánea argentina. Y con final abierto.
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