"Uno de cada tres pasajeros tiene temor a alguna fase del vuelo. Va desde un malestar ligero a gente que la pasa muy mal, y tiene crisis similares a las de un ataque de pánico. De la población en general, se calcula que una de cada cinco personas no vuela por miedo absoluto a los aviones” (Dr. Claudio Plá Alem, psiquiatra y director de Poder Volar).
“El estudio de Gallup, que es muy bueno, marcó que en la Argentina los chicos practican 6 horas semanales de deportes; en España, 10; y en Finlandia, 12. Estaríamos en la mitad de las horas necesarias” (Lic. Marcelo Roffe -en la foto con Lionel Messi-, presidente de la Asociación de de Psicología del Deporte y coautor del libro “Mi hijo, el campeón”).
La amenaza de hacer explotar aviones que viajen de Gran Bretaña a Estados Unidos provocó un aluvión de consultas en el centro de contención de Poder Volar en el Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires. En diálogo con Marcelo Mendieta, el doctor Claudio Plá Alem, pisquiatra y director de esa firma, contó los detalles de este programa para combatir la aerofobia, el miedo a volar.
“Nosotros inauguramos este centro (en el Aeroparque Jorge Newbery) el martes… y el jueves recibimos muchas consultas a raíz del potencial atentado en Londres. Se saturaron los teléfonos y los mails que venían tanto de gente nueva como de antiguos participantes de nuestros programas que iban a viajar, o estaban en Europa inclusive, y tenían miedo de volar. Las informaciones eran confusas, no se sabía bien qué se podía llevar y qué no”.
“Llevamos una semana trabajando. Todavía no han venido extranjeros. Pero hace 11 años que me dedico a ayudar a personas con temor a volar, y vienen por tierra desde Uruguay, de Chile, de toda Latinoamérica. Y también gente que vuela y han hecho el curso igual. Nos consultan muchas personas que vuela, pero que se siente muy mal, y quiere mejorar la calidad de su viaje”.
“Hemos armado un programa intensivo (destinado a superar el miedo a volar) que lo hacemos con un comandante de avión retirado, una sicopedagoga y yo. Damos mucho material escrito y en DVD con 2 cortos. Yo, después, hago una consulta individual para ver la parte de farmacología para aquéllos que la necesitan. El curso tiene una duración de 7 horas. Se hace en dos medias jornadas, o en una jornada completa los sábados”.
“En todos estos años, asistimos a unas 2000 personas. En estos días, hubo muchas consultas, pero no todas llegan a tomar el curso. Hablamos de curso y no de tratamiento porque intentamos desicologizar el tema. La persona tiene que tener una disposición de tiempo, mental, y el curso tiene un costo equivalente a unos u$s 200. Damos facilidades hasta 3 pagos”.
“Tenemos un listado de consejos (para evitar el temor que producen las amenazas de atentados a los vuelos). Básicamente, llegar descansado; comer hidratos de carbono antes de viajar; ir a los aeropuertos con mucho tiempo; tener una técnica de relajación (puede ser yoga); es útil la consulta con el médico de cabecera para que le recete un ansiolítico para no tomar lo primero que uno encuentra; tiene que estar bien prescripto“.
El 3° Foro de Desarrollo Infantil, organizado por Ala y la Asociación Latinomericana de Salud y Actividad Física, con el auspicio de la secretaría de Deportes de la Nación. llegó a conclusiones interesantes sobre la relación entre niñez y deportes. Habló con El Informatorio, uno de los líderes del encuentro, el licenciado Marcelo Roffe, presidente de la Asociación de de Psicología del Deporte y coautor del libro “Mi hijo, el campeón”.
“El estudio de Gallup, que es muy bueno, marcó que en la Argentina los chicos practican 6 horas semanales de deportes; en España, 10; y en Finlandia, 12. Estaríamos en la mitad de las horas necesarias”.
“Tendríamos que establecer la diferencia entre juego y deporte. Juego puede ser el ludomatic o la oca. El ajedrez es una mixtura. El deporte tiene que ver con el movimiento. En el ajedrez no hay movimiento. Hay estrategia, desarrollo mental. El estudio se refiere al deporte en equipo, a andar en bicicleta o juego con pelota; actividad que tenga compromiso corporal”.
“Qué pasa cuando los padres se pasan al otro extremo, y por ahí le exigen más a los hijos de que los chicos quieren, o de lo que están dispuestos. Los padres, y los educadores, tenemos que ser agentes de motivación… Si para ellos esto se vuelve una exigencia, o una mochila, tampoco sirve. Hay que buscar el equilibrio, en el cual el niño o el preadolescente se sienta a gusto, entienda que el deporte tiene que ver con internalizar valores, conocer amigos, pasarlo bien, y no exclusivamente con ganar”.
“La encuesta marca un dato importante también: 41% de los padres dice que va a ver a los hijos hacer deporte. Habría que preguntarle a ese 41% pero de los chicos si están contentos de que los papás vayan a verlos, porque hay un hilo muy delgado entre presión y motivación”.
“En el libro “Mi hijo, el campeón”, que lleva por subtítulo “Las presiones de los padres y el entorno” y tiene prólogo de José Pekerman, hablamos de estos padres y damos 7 modelos para desarmar y uno para armar…”.
“A veces malogran a sus hijos… Me acuerdo un capítulo de los Simpson, que es muy aleccionador, en el que Homero presiona a Bart con el deporte y Marge le recrimina: “¡podés dejarlo de presionar!” Y Homero le responde con una pregunta: “¿conocés otra manera en que le trasmita mis propias frustraciones?”.”
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