La rehabilitación vestibular se basa en favorecer y estimular el desarrollo de mecanismos que compensan o corrigen las alteraciones de la orientación espacial y del equilibrio, que son producidas por lesiones del sistema vestibular, ubicado en el oído interno.
A través de este tratamiento, se logra mejorar la calidad de vida de los pacientes.
El vértigo y los mareos son una de las causas más frecuentes de consulta médica, ya que impide que las personas que los padecen puedan desarrollar una vida normal. Además, provoca angustia de manera frecuente, por eso es importante desarrollar un programa específico de rehabilitación.
La rehabilitación vestibular está dirigida a pacientes con síndrome vestibular, tanto central como periférico, y a personas con alteraciones del equilibrio.
Algunas de las patologías que pueden ser tratadas son las siguientes:
- Vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB)
- Cinetosis
- Hipofunción vestibular unilateral o bilateral
- Enfermedad de Ménière (especialmente en posquirúrgicos o mareos crónicos )
- Neuronitis vestibular
- Laberintitis
- Mareos o vértigos cervicogénicos
- Síndromes multisensoriales (lesiones difusas de sustancias blanca cerebral)
- Insuficiencia vértebro basilar
- Síndromes vestibulares centrales
- Inestabilidad de la marcha o desequilibrio
Se trabaja con ejercicios de adaptación, habituación y sustitución, que combinan movimientos oculares, cefálicos y corporales, y buscan disminuir los síntomas y mejorar el equilibrio estático y dinámico. Para ello, se utilizan diferentes índices (riesgo de caídas, sensibilidad al movimiento) para evaluar al paciente al iniciar el tratamiento y a lo largo del mismo.
El objetivo específico de esta terapia consiste en disminuir la disfunción vestibular y erradicar los mareos, vértigos o sensación de inestabilidad. También se busca reducir el riesgo de caídas y reinsertar al paciente a sus actividades.
Es una terapia que consiste de ejercicios y se presenta con cuatro lineamientos fundamentales:
1. La habituación, hacerse inmune a los estímulos que genere síntomas.
2. La estabilización de la mirada, suprimiendo movimientos anormales de los ojos.
3. El equilibrio, cuyo defecto se traduce en caídas, principal fuente de morbilidad en estos pacientes.
4. El acondicionamiento físico, dado que los pacientes vestibulares tienden a una supresión de la actividad con su consecuente pérdida de estado físico secuelar.
Una de las causas más frecuentes de mareos es el VPPB. La sensación ilusoria de movimiento en forma de giros (vértigo), suele darse cuando la cabeza se mueve con respecto a la gravedad, ya sea al acostarse-levantarse de la cama o al girar.
El VPPB es un trastorno producido por un problema en el oído interno. Sus síntomas son episodios repetidos de vértigo, náuseas y/o nistagmo (movimiento anormal de los ojos) al cambio de posición de la cabeza. Esos episodios duran generalmente menos de un minuto. El VPPB es una de las causas más comunes de vértigo.
Esta disfunción ocurre sin causa aparente en muchos pacientes, pero puede ser secundaria al envejecimiento del sistema vestibular, traumatismos del oído interno, enfermedades otológicas, laberintitis, neuritis vestibular, la insuficiencia circulatoria en la distribución de la arteria vestibular anterior, uso de medicamentos ototóxicos, edema endolinfático y migraña, entre otras causas.
El diagnóstico es siempre confirmado por la prueba de Dix-Hallpike, una maniobra que, en esos pacientes, desencadenará un nistagmo y vértigo evidente, con latencia y de corta duración. En casos típicos, no es necesario la realización de examen de imagen.
El VPPB es tratado con maniobras de reposicionamiento, como la maniobra de Epley, Semont y McClure. También pueden ser indicados medicamentos para las náuseas. La betahistina también es eficaz en el control del vértigo, pero su utilización generalmente no es necesaria.
El VPPB no es una condición grave y el cuadro normalmente revierte en una a dos semanas. Sin embargo, puede ser recurrente en algunos individuos.
Es fundamental la derivación al médico otoneurólogo y al kinesiólogo especialista para llegar a un buen diagnóstico y a una rehabilitación acorde.
(*) El columnista es kinesiólogo y fisiatra (MN 14681).
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