En la Argentina, la falta de agua afecta a más de 8 millones de personas, se estima que hay 15.000 kilómetros cúbicos de agua infectada y más de un tercio de los hogares siguen sin tener cloacas.
Según diversos estudios, el uso del agua se multiplicó seis veces a lo largo del último siglo, el doble de lo que aumentó la población, aunque solo una modesta parte de los recursos hídricos globales se dedica al consumo humano y la higiene (10 %).
70 % se destina a producir alimentos y el resto se emplea en los procesos industriales, producción de energía hidroeléctrica y para enfriar centrales térmicas de electricidad.
La superficie de agua sobre la Tierra excede en demasía a la continental: 70 % de esa masa de agua corresponde a mares y océanos. Pero esta relación resulta engañosa, ya que casi 97,5 % del total de agua que existe en el planeta es salada y apenas 2,5 restante es agua dulce.
Con respecto a las políticas ambientales, la Fundación de Estudios para la Salud y la Seguridad Social (FESS) -organización que trabaja en la formulación de propuestas destinadas a políticas sustentables para la salud, el medio ambiente y el sistema de la seguridad social- indicó que dichas políticas no deben limitarse a una gestión de gobierno; sino que deben ser una política de Estado, consensuada por la sociedad y sus representantes.
La escasez de agua potable es un punto clave y no una mera cuestión local limitada a las fronteras nacionales. Su respuesta también debe encontrar compromiso y coordinación en todo el mundo, dado que se posiciona como una situación crítica que a nivel global afecta a más de 1.000 millones de personas.
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