La sexualidad siempre ha sido medida, clasificada y controlada desde distintos ámbitos a lo largo de la historia.
Si miramos hacia atrás y reflexionamos, seguramente nos preguntaremos cómo puede ser que se haya juzgado, matado, discriminado a una persona por elecciones tan personales y privadas como las relacionadas con el sexo.
Ya sea desde la mirada del Estado, de las diferentes religiones e incluso desde la medicina. Actualmente, podemos decir que se ha avanzado mucho en estos aspectos, sin embargo queda mucho más por hacer para lograr vivir en una sociedad más tolerante, más empática, más compartible.
Primero, debemos aclarar que el sexo no son los genitales, no es la reproducción, y que el sexo no enferma. Todos somos sujetos sexuados y, como tal, nos sexuamos en un continuo, es nuestra biografía que se va construyendo día a día y que se va haciendo en conjunto con nuestra historia, nuestras relaciones, nuestra cultura, la sociedad en que vivimos.
Desde la sexología, consideramos que el sexo es un valor, por ende se debe cultivar, no hay patologías relacionadas con el mismo, sino que hay dificultades comunes que suelen surgir en algún momento.
Podemos tener dificultades en distintos aspectos, ya sea en la excitación, en el deseo, en el orgasmo, sentir dolor por algún aspecto físico, e incluso notar que con otra pareja no sucedía. Hay muchos factores que van a condicionar e influir en los encuentros eróticos entre dos personas, factores que son individuales y otros que se construyen en conjunto. Una de las dificultades más comunes es la falta de comunicación, o la mala información que va a determinar que estos encuentros no sean satisfactorios.
Por eso, debemos dejar de lado las normas impuestas y construir en pareja un propio "arte de amar" (Ars Amandi, según Ovidio), de esa manera vamos a evitar que las dificultades comunes que se presenten nos llenen de angustia y, poco a poco, vayan desencantando esos encuentros.
Sin embargo, sí hay aspectos físicos que pueden generar una dificultad que antes no teníamos, por ejemplo alguna lesión genital que genere dolor o alteración de la sensibilidad, lo cual claramente va a influir en nuestra sexualidad.
Lo que debemos hacer es trabajar sobre esa dificultar para que no llegue a ocupar el centro de nuestros encuentros y, de esa manera, evitar la angustia que de ello deriva. ¿Existe una forma de poder disminuir esa molestia?
Dentro de la Ginecoestética, se encuentran distintas alternativas para poder aliviar algunas de estas molestias:
- Para mejorar la calidad de la mucosa vaginal, se puede aplicar laser de CO2 fraccionado. Este procedimiento permite estimular la formación de colágeno, mejorar la lubricación y estimular la reparación de los tejidos.
Muchas mujeres consultan porque siente una disminución en el tono vaginal durante las relaciones sexuales, lo cual se debe a dos factores: por un lado, el muscular y, por el otro, los cambios en la mucosa de la vagina.
Esto genera una disminución en la respuesta sexual y dificultad en el orgasmo. En esos casos, la aplicación de láser actuaría sobre la mucosa mejorando la calidad de la misma. Las aplicaciones se realizan una vez por mes y en general se hacen tres sesiones, se practican en consultorio, no generan dolor, no presentan complicaciones y no interrumpen la rutina. Esta nueva tecnología nos permite mejorar la calidad de vida de muchas mujeres que, incluso siendo jóvenes, notan que presentan dificultades en su sexualidad. La calidad de vida no es un aspecto menor, ya que se sabe que se relaciona estrechamente con la respuesta de nuestro sistema inmune.
-Otro motivo por el cual consultan las mujeres es el dolor al tocar la zona genital o durante las relaciones sexuales. Algunas notan que cierta zona de los genitales presenta más tensión y se lastima al tener relaciones sexuales. En el caso de quienes han sido madres, los puntos realizados en el parto se sueltan antes de completar la cicatrización y la vulva cambia su anatomía, generando dificultad para lograr orgasmos, malestar en algunas mujeres por la estética genital y cierre deficiente de la vulva que predispone a infecciones recurrentes. Estos aspectos se pueden abordar con láser, realizando en cada mujer una intervención a medida.
Muchas veces se ha resuelto una patología física o genital y, sin embargo, no se ha podido mejorar la respuesta sexual. Esto se debe a que se confunde el sexo con los genitales y pensamos que con el simple hecho de tener genitales sanos vamos a tener buena respuesta sexual.
Los genitales sienten, así como otras zonas erógenas del cuerpo, pero es el cerebro el que le da sentido a las sensaciones. Por lo tanto, es tan importante la capacidad de sentir físicamente el estímulo placentero como de codificarlo como tal.
Entonces, si logramos mediante algún tratamiento tener una sensibilidad adecuada o quitar la sensación de dolor que se había generado, el paso que sigue es demostrarle al cerebro que aquello ha cambiado y que ahora la sensación que nos va a generar el encuentro va a ser positiva.
Todos hemos tenido o tendremos dificultades comunes en nuestra vida sexual, con alguna pareja sí y con otra no, lo cual no nos debe categorizar dentro de una enfermedad, porque no lo es.
Debemos saber que no estamos exentos de estas dificultades, que es importante el diálogo en la pareja, informarse y, sobre todo, compartir momentos que hagan crecer ese arte de amar que nos caracteriza.
(*) La columnista (foto) es médica ginecóloga y especialista en Sexología (MN 156072). Atiende en Irene Bermejo Advanced Dermatology: 0810-888-2376 y 5411-786-6512. Juramento 1805, 5º piso, CABA
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