Suele hablarse con bastante naturalidad de la profesión más antigua del mundo. Incluso como si se tratara de una convención tácita entre los seres humanos. Resultaría más difícil ponerse de acuerdo sobre cuál es la profesión más reciente.
En materia de inmediatez, no cabe duda de que existe una actividad de flamante creación. Se trata de los tan mentados "influencers", cuya definición no siempre parece unívoca.
Se supone que los "influencers" son personas que cuentan con cierta credibilidad sobre uno o varios temas, y que pueden llegar a convertirse en embajadores de una marca (o varias marcas).
Por supuesto, se descuenta que poseen una considerable legión de seguidores en las redes sociales (Instagram, Twitter, Youtube, Facebook, etc.). Es decir que quienes siguen a los "influencers" consideran que ellos son palabra autorizada sobre determinado/s rubro/s (bebidas, gastronomía, tecnología, viajes, moda, tendencias y otros).
Y que cualquier elogio o simple mención de una marca la convierte, gracias a la bendición de los referidos "influencers", en una marca de prestigio o aspiracional.
Para decirlo de manera simple y directa, se atribuye a los "influencers" la virtud de "vender" productos o servicios de determinada marca, de convertirlos en deseables, apetecibles.
Estas celebridades digitales hacen que la ropa que visten, y lucen en fotos publicadas en Instagram por ejemplo, se convierta en un objeto de deseo para sus miles, decenas de miles, o cientos de miles de seguidores.
Lo mismo sucede con los sitios a los que concurren estos emprendedores de la imagen y la influencia: restaurantes, bares, hoteles, discotecas, eventos, galerías de arte, tiendas y cualquier otro lugar imaginado.
Los "influencers" transforman en deseable todo lo que tocan, usan, visitan, mencionan u observan. Son los nuevos Midas de las redes sociales.
Los "influencers" hacen que las marcas resulten más cercanas, asequibles. Las humanizan y les ponen rostro y figura.
Los "influencers", a diferencia de la mayoría de los comunicadores tradicionales, suelen disponer de varios canales para hacer llegar sus mensajes.
Los "influencers", de paso, disponen de presencia en Instagram, Twitter, Youtube, Pinterest y las demás plataformas existentes. Por lo tanto, los vínculos que generan con las marcas se diversifican en esos canales, y pueden alcanzar a los nativos digitales y a otras generaciones que se asoman a estas redes, de manera casual o por curiosidad.
Los "influencers" disponen de una tribu, que puede ser homogénea o heterogénea, que los sigue, y valora lo que dicen, piensan o muestran. Y que suele ser fiel.
Una de las mayores habilidades de los "influencers" debe consistir en no decepcionar a sus seguidores, cultivarlos, sorprenderlos; generar contenido, sobre todo visual, que genere fidelización en su comunidad, y que les permita incrementarla.
Cualquier campaña de marketing que se precie de tal debe contar con la ayuda de uno o varios "influencers". Además de la publicidad tradicional y de los anuncios en línea, por citar dos ejemplos obvios, cualquier marca que pretenda hacer pie o afianzarse en un mercado necesita de la influencia -valga la redundancia- de estos profesionales que, con o sin sutileza, promocionan sus productos o servicios en las redes sociales.
Por supuesto, resulta clave elegir el "influencer" adecuado. Si se quiere promocionar un restaurante, habrá que buscar a quien se especialice y tenga prestigio en el rubro gourmet. Hay chefs o bartenders, por caso, que también se desempeñan como "influencers".
La identificación entre los "influencers" (y los respectivos ámbitos de acción) y las marcas será una de las llaves del éxito de cualquier campaña.
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