El 26 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Sordera, una fecha que pretende despertar conciencias respecto de una afección que, por no ser visible, menos prensa tiene.
Sus implicancias, sin embargo, resultan serias ya que causa aislamiento e incomunicación, lo cual impacta en el individuo física, psíquica y socialmente.
Sus causas aparecen asociadas con la elevada exposición a ruidos y al envejecimiento, pero también reconoce otros orígenes: hereditario, infección o consumo de medicamentos, daños físicos en los oídos y lesiones graves en la cabeza (traumatismo).
La pérdida auditiva puede ser leve, moderada, severa y profunda.
Resulta, entonces, claro que todos estamos expuestos a esta discapacidad y que causas naturales, como el propio envejecimiento, nos pueden conducir a esta limitación.
No obstante, en bebés, niños y adolescentes es importante detectar esta problemática para tratarla de modo inmediato, porque la audición en muchos casos no se recupera.
La rehabilitación es fruto de un programa que amerita un enfoque multidisciplinario y el tratamiento puede desembocar en el uso de audífonos o en la colocación de implantes.
La detección temprana de algunos de estos síntomas resulta clave:
• Si el desarrollo del lenguaje del hijo no progresa y se observa un retraso de acuerdo a la edad o el habla parece monótona
• No logra comprender o confunde lo que se le dice.
• No se sobresalta ni despierta con sonidos intensos.
• No imita sonidos libremente.
• Dificultad para localizar sonidos (el niño o el bebé no gira la cabeza hacia un sonido, por ejemplo, la voz).
• Dificultad para responder cuando se lo llama desde otra habitación.
• Se aparta de la vida social; busca el juego solitario.
• Frecuentes infecciones de oídos.
Asimismo, para combatir la hipoacusia, la prevención es fundamental, y deberían tenerse en cuenta los siguientes consejos:
• Vacunar a los niños contra las enfermedades propias de la infancia.
• No introducir en los oídos objetos o líquidos que no sean prescriptos por un profesional.
• Consultar al médico en caso de dolor o supuración del oído.
• Escuchar música con auriculares a un volumen prudencial para los oídos
• No exponerse a ruidos altos o utilizar protectores auditivos en caso de no poder evitarlos. Se recomienda una exposición que no sea superior a 85 decibeles.
• Efectuarse chequeos audiológicos y visitar al especialista de manera periódica.
La mayoría de los niños puede experimentar una pérdida auditiva momentánea por exceso de cerúmen o por otitis media, ésta última suele ser dolorosa para el niño, pero muchas veces no lo es y el descenso de la capacidad auditiva debe dar el alerta.
Puede ser difícil descubrir la hipoacusia en los niños, pero cuanto antes se detecte mejores serán las posibilidades para que el chico se comunique, aprenda y acepte vivir con ella.
¿Sabías que 396 millones de personas, es decir 5 % de la población mundial padece discapacidad auditiva?
¿Sabías que 3 de cada 1000 niños nacen con problemas auditivos?
¿Sabías que en la Argentina, según el último censo 2010, un millón de personas sufre esta deficiencia y de ellos 100.000 son niños?
¿Sabías que los chicos que viven en lugares muy húmedos, isleños del delta, sufren habitualmente problemas respiratorios que se conectan con el oído, derivando en otitis recurrentes que determinan una pérdida auditiva en 30 % de los casos?
¿Sabías que los adolescentes son una población a riesgo y que, por el mal uso de auriculares, la OMS calcula que en 10 años, 1 de cada 10 jóvenes usarán audífonos?
En FANDA, combatimos desde hace más de 20 años la hipoacusia apadrinando de manera parcial o total a más de 8000 niños de escasos recursos, a quienes desde un enfoque terapéutico multidisciplinario diagnosticamos, tratamos y rehabilitamos. Además, donan audífonos en los casos que así lo ameritan.
Nuestro centro modelo, con aparatología de vanguardia, junto a un grupo de expertos otorrinos, fonoaudiólogos, psicólogos, neurólogos conforman un equipo de ayuda que pugna por la integración y el desarrollo cognitivo y madurativo de los niños.
(*) La columnista es presidente de la FANDA - Fundación de Ayuda al Niño con Discapacidad Auditiva, y licenciada en Fonoaudiología (MN 8346).
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