Con el correr del tiempo, las oficinas fueron adquiriendo otras fisonomías.
Modelos organizacionales superadores y la irrupción de la tecnología fueron retroalimentándose, desarrollando nuevos ambientes para el trabajo.
Primero, se bajaron paredes, favoreciendo la integración y desatando procesos creativos más ricos.
Luego, la flexibilidad horaria, los viajes y las reuniones afuera motivaron el nacimiento de espacios intercambiables y de oficinas móviles.
De hecho, la idea de la oficina móvil encuentra anclaje en varios factores:
. Uno, básicamente económico. La incidencia del costo del metro cuadrado en toda operación inmobiliaria, sea compra o alquiler, y el mantenimiento, provocó la búsqueda de ahorro en el espacio
. El segundo aspecto es el tecnológico. Su desarrollo permite múltiples conexiones de banda ancha y llevarse el número de teléfono fijo a cualquier lugar de la oficina donde uno quiera sentarse, inclusive a la casa
. El tercero se refiere a lo organizacional, que permite pensar en grupos de trabajo que funcionan de manera matricial, descentralizados, con diferentes horarios, localizados en diferentes partes del mundo
. El cuarto disparador es el medio ambiente que pedía a gritos reducir consumos de energía, reciclar y tomar conciencia de la necesidad de crear espacios sustentables
Así es como el diseño de la oficina tradicional ya no es válido para este nuevo modelo.
Al tiempo que los cambios se iban gestando, el espacio de trabajo iba adaptándose a esta realidad. El diseño de estas oficinas más que impactar en la forma de trabajo fue acompañando estas mutaciones.
A imagen y semejanza del hardware que se adapta para poder dar respuesta al enorme avance del software, el ambiente contiene y propicia la innovadoras formas laborales. Y abre un universo de posibilidades que nunca hubiéramos imaginados.
Los objetivos también han cambiado durante este proceso que se recorre con muchas idas y vueltas.
Al principio, se demolían todas las paredes, se trataban de hacer cubículos iguales para todos, uniformándolos y estandarizando hasta los cestos de papeles.
Hoy, se puede decir que solo se cumplió con un objetivo económico, y que resulta necesario dar respuesta a todos los demás: horarios flexibles, ahorros energéticos, procesos que estimulen la participación e integración y descentralización geográfica.
A su vez, la oficina y la casa han desdibujado sus fronteras y el objetivo apunta a ser más productivos en un espacio que lo propicie, y que represente a las personas como miembros de de una generación, comunidad, compañía, y país.
Nota: este artículo fue escrito con el asesoramiento de la arquitecta Mariana Tambussi, directora regional de Proyect Managment CBRE.
La ejecutiva es responsable de proveer proyectos en Latinoamérica a los clientes corporativos de CBRE, presentes en la Argentina, Uruguay, Panamá, Chile, Ecuador y Colombia.
Forma parte de la compañía desde hace más de 13 años. Durante ese tiempo, ha desarrollado más de 150.000m2 de proyectos para grandes firmas, entre ellas, AIG, AT&T, American Express, Bank of America, Goldman Sachs, Ciena, EDS, NCR y Merrill Lynch.
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