Leandro Taub (30 años) es, ante todo, un maestro de la palabra: un gran comunicador.
Podría considerárselo un "gurú". Pero las etiquetas no parecen adecuadas para él. Tampoco resultaría sencillo describir su look tan personal.
Con el antecedente de ser un fenómeno de ventas con sus obras, y con cientos de miles de seguidores en todo el planeta, este argentino radicado en Los Ángeles (Estados Unidos) llega a Buenos Aires para presentar su nuevo libro, con un título inquietante y seductor: La Mente Oculta, que ya se estudia en las universidades de psicología.
Además, es un hombre de consulta de muchos poderosos y personalidades internacionales, cuyos nombres, por supuesto, se niega a revelar.
A continuación, se reproduce la imperdible entrevista con el escritor y conferencista.
Marcelo Mendieta: ¿Cómo se definiría a sí mismo? ¿Le gusta que lo consideren una suerte de "gurú"?
Leandro Taub: ¿Cómo definir con palabras finitas algo infinito? ¿Cómo describir con algo efímero algo permanente? No puedo definirme a mi mismo, pero puedo decirte que existo, que aquí estoy, que tengo la capacidad de observarme, tomar decisiones y guiar una voluntad, y que vengo de la dicha y estoy cubierto y formado por dicha.
Me gusta todo, donde coloco mi atención se revela algo bello. Pueden definirme como quieran, sin embargo eso no me define. Sería riesgoso tomarme los nombres y las definiciones como verdades, así es como se crean jaulas mentales.
Una vez, un discípulo se acercó a su maestro y le dijo que cada vez que lo critican se siente mal y que cada vez que lo piropean se siente muy bien. Entonces el maestro lo envío al cementerio a insultar a algunas tumbas y a piropear a otras. Cuando vuelve el maestro le pregunta: ¿cómo reaccionaron las tumbas ante tus críticas y piropos? El discípulo contestó que las tumbas no reaccionaron, no hablaron, no sucedió nada. Entonces el maestro le dijo "así mismo; compórtate, como las tumbas, frente a las críticas y los piropos".
M.M.: ¿Qué van a encontrar los lectores en La Mente Oculta?
L.T.: Te dieron un cuerpo y no sabes cómo usarlo. La muestra es evidente: naces como enfermo, vivís enfermo y morís por alguna enfermedad. ¿Si te dijera que el cuerpo que estás utilizando viene equipado con todo lo necesario para nacer, vivir y morir saludablemente? ¿Y que la enfermedad no es una obligatoriedad sino una elección y construcción?
No solo te dieron un cuerpo, también te dieron una sexualidad, un corazón, una mente. Podríamos decir que tenes varios cuerpos y que solo es uno en sus distintas dimensiones. El cuerpo físico, representado por la tierra, es un cuerpo que cambia; en otra dimensión, representada por el fuego, es un cuerpo sexual que reproduce; en otra dimensión, representada por el agua, es un cuerpo emocional que fluye; en otra dimensión, representada por el aire, es un cuerpo mental que dirige.
El cuerpo, y los cuerpos, que estás utilizando interactúan entre si, a través de una inteligencia superior de la que recordamos una mínima parte. Estos cuerpos son el vehículo que estás utilizando. Mientras interactúan entre sí, los cuerpos más sutiles dominan a los cuerpos más densos. El cuerpo más sutil que utilizas es el cuerpo mental, es tu mente, con la que diriges lo que piensas, lo que dices y lo que haces físicamente; y a través de esto controlas lo único que podrías controlar en tu vida, siempre y cuando lo hagas.
En el libro La Mente Oculta te hablo sobre los cuerpos, sobre quién eres, sobre qué es lo que estás haciendo aquí y para qué, sobre qué es esto y cómo funciona, y hago un hincapié en el cuerpo más sutil –el cuerpo mental– hablando sobre sus funciones, sus partes, sus modos de actuar, y cómo puedes utilizarlo.
M.M.: ¿Será más fácil de asimilar para quienes hayan leído sus volúmenes anteriores, Santo Diablo y Sabiduría Casera? Los 3 libros, ¿resultan complementarios o recorren caminos independientes?
L.T.: El año pasado, en México, un periodista colega que leyó los tres libros, me comentó que ve a Sabiduría Casera más relacionado con el cuerpo físico, Santo Diablo al cuerpo emocional y La Mente Oculta al cuerpo mental. Entonces me preguntó si mi próximo libro será sobre el cuerpo sexual. Hasta ese momento no me había dado cuenta que había escrito un libro con foco en la tierra, otro con foco en el agua y el otro con el foco en el aire.
La existencia trabaja de formas misteriosas.
No sabría decirte si son complementarios o independientes. Es la obra de alguien que está trabajando con algo que no se atreve a definir. No los escribí con esa función, sin embargo son el resultado de un trabajo que crece progresivamente, donde todo lo nuevo incluye la experiencia de todo lo que sucedió. Es entonces que sí, se influyen entre sí. Quizá sí, sean complementarios. Todo lo es. Incluso lo que aparenta opuesto es complementario si hay comunicación.
M.M.: ¿A qué público están dirigidos sus textos, sean las obras publicadas o sus artículos o reflexiones en Facebook y Twitter?
L.T.: Últimamente estoy teniendo reuniones donde me hablan sobre el público objetivo y analizan la segmentación de los lectores; que más mujeres que más hombres, que jóvenes, que adultos, que viejos, que de tal región, que de tal otra.
Me divierte y no le pongo demasiada atención. No es la misma segmentación que hago en mi cabeza; si me preguntás a quién va dirigida mi obra te diré que a los locos, a quienes se permitan dudar, a quienes se permiten cambiar, a quienes se permiten transgredir, a quienes se permiten amar. Y en esto no hay raza, sexo, edad, nacionalidad, gustos y hobbies.
Y así es como está sucediendo cuando hago conferencias; a veces en una ciudad son todos viejitos, en otra ciudad el público es todo adolescente, en otra ciudad son todas mujeres, en otra ciudad son todos hombre, en otra son todos travestis; quienes quieren la segmentación de mi obra les está siendo complicado llevar los cálculos. Porque los carácteres que sigo son universales, no individuales. Son arquetípicos, no neuróticos. No escribo sobre el viaje de un rígido punto de vista, sino desaparezco al escribir y entro en un estado de trance. Quizá algún día invite a alguien a que me filme mientras escribo; me transformo y suceden cosas.
M.M.: ¿Suelen consultarlo personalidades destacadas del mundo?
L.T.: No te diré nombres por una cuestión de amabilidad y discreción. En el repertorio tenemos políticas/os, economistas, empresarias/os, inversores, actores/actrices, cantantes, directores de cine, terapeutas, de buen reconocimiento a nivel mundial. Me deben estár faltando varios ámbitos que ahora no me vienen a la mente.
Hay dos populares "gurues" de India que me ofrecieron que sea su discípulo. También hay algunos personajes de ámbitos moralmente criticados.
Tengo algunas anécdotas geniales de los lugares donde aparecí teniendo encuentros. Quizá en uno de los próximos libros que escriba vuelque estas anécdotas, cambiando los nombres y ciudades, para presentarlo en forma de ficción. Me he visto en encuentros en selvas y castillos, en desiertos y en metrópolis. Lo fantástico de todo esto es que, mientras ellos me preguntan a mí, yo le pregunto al verdulero, panadero, obrero, barrendero, almacenero, jardinero, librero, bibliotecario, taxista, el vecino, mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi pareja, entre otros. Lo más grande está en lo más simple.
M.M.: ¿A quién señalaría como su maestro o sus maestros?
L.T.: Si decido nombrar a uno te diré que mi maestro es el innombrable. Si decido nombrar a varios te diré los nombres de los trajes que se ha puesto el innombrable para presentarse: mis padres Julio y Mimí; mis hermanos Emmanuel, Jonathan, Danna Luz; mis amigos; los muertos que he leído, los vivos que estoy leyendo; Manoel Osorio, el hombre que me enseñó sobre alfombras persas cuando tenía 17 años; Edgardo Zablotsky, el hombre con quien aprendí a presentarme ante el público; Gabriel Vidal y Patricia Parice, la pareja con quien aprendí sobre las finanzas (ámbito que me daría buenas lecciones); Lucía, la mujer con quien aprendí sobre el amor; Diana Mondino, la mujer con quien aprendí sobre elegancia; Lou Couture, el hombre con quien aprendí sobre la salud y el servicio; Alejandro Jodorowsky, el hombre con quien aprendí sobre la transgresión; Fito Páez, el hombre con quien aprendí sobre la obra; Ultzi, el hombre con quien aprendí sobre lo salvaje; Pinchas, el hombre con quien aprendí sobre la atención a los detalles; el desierto, el lugar con quien aprendí sobre lo más básico; la ciudad, el lugar con quien aprendí de la insana locura; las plantas, el vehículo con quien aprendí sobre la estética; las mujeres, los cuerpos con quien aprendí sobre la belleza; India, el país con quien aprendí sobre el desprendimiento; China, el país con quien aprendí sobre rituales; Mongolia, el país con quien aprendí sobre historia; México, el país con quien aprendí sobre el silencio; Polonia, el país con quien aprendí sobre el ruido; Dinamarca, el país con quien aprendí sobre la generosidad; escribir, la actividad con quien aprendí sobre la disciplina; el teatro, la actividad con quien aprendí sobre la expresión; la música, la actividad con quien aprendí sobre los rítmos; el dibujo, la actividad con quien aprendí sobre las memorias; las matemáticas, la actividad con quien aprendí sobre el lenguaje; la cinematografía, la actividad con quien aprendí sobre métodos; el silencio, el lugar desde donde aprendí todo. Esto es lo primero que me viene a la mente. Hay más.
M.M.: ¿Qué le diría a los escépticos, a los que suelen renegar del autoconocimiento, del chamanismo o el tarot? ¿Por qué deberían leer o escuchar a Leandro Taub?
L.T.: Nada. No estoy acá para vender cosas, sino para servir. Lo que tengo para dar lo toma quien quiera recibirlo. No creo que "deban" leerme u oírme. Quien me lee u oye lo hace porque así lo eligió, no porque lo hayan obligado. Sino me habría hecho escritor de textos para colegios.
Paradójicamente, el más reciente libro que escribí se está utilizando en algunas universidades de psicología. Me invitaron a dar algunas presentaciones del libro en estas universidades, luego de hablar sobre La mente oculta les dije que tomen todo como mentira, que tomen lo que les resulte útil y lo demás lo dejen, la verdad es algo muy grande, no creo que un humano con textos o charlas la describa. Sí tengo algo para decir, pero lo oirá quien quiera oírlo.
Fascinada por sus respuestas...ya quiero leer sus libros.No lo conocía :-)
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