miércoles, 24 de octubre de 2012

Libros: reedición de Diario de la Argentina reivindica la literatura "maldita" de Jorge Asís

"Nunca más vuelvo a dinamitar los puentes que transité", me dijo Jorge Asís alguna vez, a mediados de los 90, cuando todavía vivía como funcionario y diplomático del menemismo y amagaba con volver part-time a la literatura.

Quien esto escribe había crecido con el mito de aquella novela maldita, dedicada de manera inequívoca a Clarín.

A más de una década, todavía recordaba la tapa de ese libro (ver imagen de abajo a la derecha) que mi padre leía con entusiasmo. Al terminar, lo prestó a un amigo que, como suele suceder, olvidó la regla básica y jamás lo devolvió.

Y la fantasía de acceder a ese texto inhallable permaneció hasta ahora.

Pasó el tiempo, Diario de la Argentina no se reeditaba y la leyenda se agigantaba.

Por suerte, para su propia supervivencia, después de haber sufrido la administración de Raúl Alfonsín, Asís se recicló como embajador e intelectual del peronismo de Carlos Menem, tal como antes había dejado de escribir libros para trabajar de periodista.

En ese momento, nació el texto que lo convertiría en "mala palabra" para el cada vez más poderoso medio de la señora de Noble & Magnetto, y sus satélites.

Hace casi 20 años, el diplomático Asís parecía arrepentido de aquella osadía: "nunca vuelvo a dinamitar los puentes que transité", repetía.

Pero, quién lo diría, el omnipotente multimedios terminó transformándose, ya en 2008, en la "encarnación del Mal", un grupo económico vilipendiado en voz alta, enfrentado, desafiado desde el mismo gobierno hasta tratar de llevarlo al desguace, incluso con una Ley de Medios a medida.

Y Asís, aunque ningún portavoz del kirchnerismo lo reivindicara (como tampoco lo hace con el difunto fundador de Ambito Financiero, Julio Ramos, el solitario empresario periodístico que se atrevió a usar el término "monopolio" como sinónimo de "Clarín" desde fines de los 70), obtuvo un tácito reconocimiento inesperado que permitió que Sudamericana, el mismo sello que lanzó aquella perdida edición en 1984, relanzara esta obra que parecía condenada a un recuerdo que convenía olvidar.

Si bien muchos protagonistas de la novela siguen vivos, y pueden sentirse aún molestos por las alusiones indiscretas y hasta despiadadas de aquel irreverente escritor, es probable que los almanaques transcurridos hayan morigerado los daños colaterales, o incluso los hayan hecho prescribir.

Más allá de estas especulaciones, ¿qué periodista, incluso los que se vieron afectados por la creación del inefable "Turco", no ha fantaseado con tener el talento, el tiempo, la inconciencia y la valentía de escribir su propio Diario de la Argentina, después de abandonar una redacción, fuera por voluntad propia y, sobre todo, como consecuencia de un despido?

Asís, quizá, lo tenía muy claro en el mismo momento en que tecleaba su novela: "en todo periodista asalariado persiste inexorablemente el deseo hondo de entrar en una sucursal de correos y despacharlo (el telegrama), en la formal renuncia siempre está implícita una puteada, un 'váyanse al carajo, miserables', que suena a reivindicación, a revancha, a desahogo", sentencia en uno de sus pasajes.

De cualquier forma, Diario de la Argentina se transformó en un texto imprescindible para descubrir la trastienda de un medio gráfico, el más importante del país, pero también conocer los tejes y manejes de una empresa importante -no necesariamente periodística-, con sus luchas intestinas y las relaciones no siempre transparentes con el poder político y económico.

El mejor, o el peor según como se mire, Jorge Asís describe con palabras y frases crueles, incisivas, trepidantes y sarcásticas la vida cotidiana de aquella redacción de Clarín, donde se libraban desde pequeñas escaramuzas personales hasta grandes batallas institucionales.

A pesar de los detractores, el autor de Diario de la Argentina (ya está en imprenta la segunda tirada, dicho sea de paso) demuestra aquí por qué puede ser considerado un osado innovador de la literatura argentina.

Para alivio de Asís, no fue necesario que repitiera la voladura del puente en 2012. Esta vez, el trabajo está en manos de "especialistas": la plaza está sitiada por las fuerzas gubernamentales & aliados, y el TNT alcanza para destruir cualquier construcción alrededor de Clarín.

Habrá que ver si la detonación resulta efectiva. O, al final, ¿la pluma demostrará ser, por enésima vez, más poderosa que la espada?

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