Si hubo alguien que desafió, dentro del mismo movimiento, el liderazgo de Juan Domingo Perón durante su exilio, ése fue el hombre fuerte de la Unión Obrera Metalúrgica y de las 62 Organizaciones, Augusto Vandor (a) Lobo. Sólo con esa frase un libro sobre su vida resultaría atractivo.
Si a ese dato le sumamos una muerte regada de enigmas y balas, tras la irrupción de varias personas armadas en el hasta ese entonces inexpugnable bunker del sindicalista, Saludos a Vandor, editado por Vergara (Grupo Zeta) se convierte en una tentación irresistible para quienes gustan de la historia, la política, el misterio y hasta del género policial.
Es cierto que hay varios títulos publicados sobre AV -y aquí se los tiene en cuenta-, pero lo que distingue a esta obra son algunos detalles impactantes como la desaparición de la ficha laboral del primer empleo del protagonista en Philips, la exposición pormenorizada de su trayectoria e incluso el papel fundamental que juega un periodista influyente (y famoso) tanto en el trágico desenlace de Vandor el 30 de junio de 1969, como en el también sangriento y confuso final de Rosendo García, otro gremialista de la UOM, unos años antes, durante un enfrentamiento a tiros en la confitería Real de Avellaneda.
Sin duda, el plus de Saludos a Vandor es que uno de sus autores, el legendario periodista Santiago Senén González, tuvo trato profesional con el metalúrgico y sus aliados y adversarios contemporáneos. Por eso, logra trazar una semblanza imperdible no sólo del personaje sino también de la época, además de una análisis equilibrado sobre la relación entre sindicatos y Estado, según los gobiernos de turno, y acerca de la intrincada y compleja madeja del peronismo. Y, sobre todo, descifrar por qué su figura dio lugar a que se hablara de vandorismo, un caso único en el gremialismo nacional.
Fabián Bosoer, un joven pero experimentado politólogo y hombre de medios -en la actualidad es editorialista y editor del diario Clarín-, es el complemento ideal para poner -uno supone- la cuota de perspectiva de los hechos, documentación y, por supuesto, ordenar semejante caudal de información.
¿Quiénes ejecutaron o mandaron a matar a Augusto Vandor? ¿Fue la CIA, un grupo gremial disidente, unos muchachos que después se sumaron a Montoneros y continuaron el ciclo de crímenes en la Argentina, sicarios de los servicios de inteligencia locales o de las fuerzas armadas? ¿El propio Perón? ¿Formó parte de ese escuadrón de la muerte el hijo de uno de los amigos del Lobo?
Saludos a Vandor, si se lee con detenimiento, parece dar pistas al respecto, aunque dependerá del lector, al menos, aferrarse a una o dos hipótesis con mayor asidero.
A modo de bonus track, el interesante album de fotos que forma parte de los ejemplares ofrece una imagen reciente de un paredón con la inscripción "Cobos traidor, saludos a Vandor", firmada por JP Descamisados, que refleja la polémica vigente entre el kirchnerismo y el vicepresidente de Cristina Fernández. Se trata de la misma consigna que sectores de la izquierda peronista coreaban en los setenta, a modo de amenaza, contra otros dirigentes de la oposición doméstica como José Rucci, acribillado en 1973. Ojalá, sea sólo una desafortunada evocación que vale la pena tener en cuenta para que no se repita.
Marcelo Mendieta
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