sábado, 19 de julio de 2008

Rosina Duarte (Clinicar): "Los chicos de 11 a 15 años son más proclives a sufrir acoso escolar (bullying)"

"Los chicos más proclives a ser víctimas de acoso escolar (bullying) son púberes o adolescentes introvertidos, tímidos, con personalidad insegura y muchas dificultades para hacer amigos, en la mayoría de los casos tienen una sobreprotección familiar", explicó la licenciada Rosina Duarte (foto), coordinadora de Clinicar, a El Informatorio Blog.

"Estos casos de maltrato psicológico, físico o verbal (entre compañeros de escuela) deben tratarse con suma rapidez y determinación, tratando de que las víctimas rompan el silencio y puedan comunicarlo a padres y docentes", subrayó la psicóloga durante el interesante diálogo con este medio.

Rosina Duarte señaló en detalle los principales síntomas para detectar cuando los chicos son víctimas de bullying, una tendencia que crece en forma sostenida en la Argentina, así como los pasos a seguir una vez descubierto el problema. También la especialista se ocupó de responder sobre la situación del agresor: "habría que denunciarlo de inmediato para que cese con sus agresiones, pero no sería indicado separar a los involucrados del curso o colegio sin antes haber trabajado el tema de fondo", recomendó.

A continuación se reproduce la conversación completa con la experta de Clinicar:

Marcelo Mendieta: ¿Cuáles son las señales que dan los chicos que padecen acoso y qué hacer en estos casos?
Rosina Duarte: Los síntomas de un niño que padece bullying son los siguientes:
-No quiere ir a la escuela sin motivo aparente.
-Pierde el dinero dado para el almuerzo, merienda o para el colectivo.
-Tiene frecuentes cambios en el humor.
-Se manifiesta muy ansioso.
-Le cuesta conciliar el sueño.
Se manifiesta más sensible que de costumbre (llora, se queja).
-Aparecen dolores psicosomáticos (dolor de panza o de cabeza).

Ante estos casos, lo primero que se debe hacer es consultar con una autoridad de la escuela, manifestar la preocupación al respecto y de inmediato buscar ayuda psicológica a fin de que en conjunto con los educadores se pueda buscar la forma de contener a la víctima y poder ayudarla a salir de esta situación. Es muy frecuente que quien esté siendo acosado tenga temor de contar a los demás lo que sucede, por lo que la escucha de un profesional especializado resulta fundamental.


M. M.: ¿A qué se llama bullying? ¿Desde cuándo se lo conoce, cuál es el origen del nombre y del problema en sí mismo? ¿Es un conflicto propio de la época o siempre existió? ¿Cómo se lo trata?
R. D.: El acoso escolar (en inglés llamado “bullying”), es un tipo de violencia que se produce entre pares –niños, púberes y adolescentes- y se caracteriza por un comportamiento de maltrato psicológico, físico o verbal, que se repite a lo largo de un determinado tiempo; un abuso de poder del agresor (victimario) hacia el agredido (víctima), dentro del ámbito escolar.
Este tipo de violencia comenzó a estudiarse en los Estados Unidos y Gran Bretaña a principios de los ‘70, donde se le dio el nombre de bullying. Los primeros autores especialistas en definirlo fueron Dan Olweus y Peter Heinemann, marcando que la intencionalidad del agresor, la indefensión de la víctima y la reiteración de la violencia son características principales del bullying.

El hostigamiento, el acoso, la intimidación o la humillación son palabras que hacen visible a este fenómeno que, si bien no es nuevo, en la actualidad pareciera mostrarse con una frecuencia mucho mayor en la Argentina.
Estos casos deben tratarse con suma rapidez y determinación, tratando de que las víctimas rompan el silencio y puedan comunicarlo a adultos responsables (padres y docentes). Es necesario saber qué ha sucedido, cuáles fueron las acciones acontecidas, quiénes son los implicados y principalmente incluir a las familias para poder trabajar en conjunto con la escuela, que a su vez, tendría que tener una política al respecto trabajando con alumnos, docentes, directivos padres y gabinete psicológico. En lo que respecta a la víctima, es fundamental que inicie un tratamiento psicológico en donde pueda encontrar un espacio de contención y escucha.


M. M.: ¿Cuáles son las características del chico más proclive a ser víctima y cuáles las de quien puede ser victimario, es decir provocar el bullying, y qué hacer en ambos casos? ¿Hay que separarlos del curso, del colegio?
R. D.: Los chicos más proclives a ser víctimas de bullying son púberes o adolescentes introvertidos, tímidos, con personalidad insegura y muchas dificultades para hacer amigos, en la mayoría de los casos tienen una sobreprotección familiar. Si la víctima tuviera un grupo de amigos que lo contenga y apoye no sería acosado.
Por otra parte, los agresores suelen ser en su mayoría rechazados socialmente por sus compañeros, aunque tienen siempre unos seguidores; tienen pocas habilidades sociales y grandes problemas para cumplir normas, y se caracterizan por tener baja tolerancia a la frustración, y ser muy impulsivos. Además, son quienes tienen bajo rendimiento escolar y malas relaciones con los adultos (docentes y padres o tutores).

En caso de tener conocimiento de alguien que está siendo intimidado, inmediatamente se debe informar a las autoridades escolares, y padres responsables. Se debe tratar el problema tanto en el ámbito educativo como familiar, ya que la comprensión y sostén de la familia son fundamental para abordar esta situación. Hay que intentar persuadir a la víctima que hable con un adulto sobre su situación a fin de obtener la protección y ayuda necesaria; y en caso del victimario, habría que denunciarlo de inmediato para que cese con sus agresiones, pero no sería indicado separar a los involucrados del curso o colegio sin antes haber trabajado el tema de fondo. Esto sería como buscar los “culpables” de inmediato sin evaluar cuál es el trasfondo que llevó a esta situación. Se debería plantear la situación a todo el colegio, dejando al descubierto la violencia oculta, y buscar las estrategias necesarias entre padres y docentes y profesionales psi, para ayudar tanto a las víctimas como victimarios. Todos debemos implicarnos para prevenir, detectar y solucionar los problemas de bullying.

Algunos posibles pasos a seguir para prevenir este tipo de violencia son:
-Identificar y denunciar conductas de acoso y hostigamiento en el ámbito escolar.
-Fomentar la ayuda y camaraderismo entre pares
-Amonestar cualquier conducta agresiva, física o verbal
-Fomentar actividades de convivencia en el aula.
-Supervisar los recreos (baños, patios, depósitos, etcétera)
-Fomentar entre los alumnos la denuncia de casos de acoso, violencia.
-Trabajar en conjunto con padres y docentes y directivos.


M. M.: ¿Qué circunstancias externas pueden generar terreno fértil para el bullying, por ejemplo, un cambio de escuela, una mudanza, una crisis familiar, etcétera?
R. D.: Las causas de este tipo de agresión son múltiples, así como las formas de manifestarse y los perjuicios que ocasiona en las víctimas. Hay variables que se presentan interrelacionadas en este tipo de conductas: personales, escolares, familiares, y sociales, y no necesariamente se dan todas juntas. La variable dentro del terreno familiar es la más estudiada ya que la ausencia de una figura paterna o la presencia de una figura paterna violenta se encuentra dentro del origen del comportamiento agresivo de los niños cuando son púberes o adolescentes. Asimismo, la organización familiar, los roles dentro de la familia, la situación socio-económica, las crisis familiares son factores a tener en cuenta.

M. M.: El bullying, ¿se presenta en varones y mujeres por igual, o entre chicos de distinto sexo? ¿Tiene distinto abordaje?
R. D.: Los varones suelen estar más implicados que las mujeres, pero pueden llegar a ser tanto víctimas como agresores. Se puede decir que el bullying es un comportamiento activo y pasivo más masculino que femenino. El abordaje del tema en ambos casos es el mismo, y los conflictos que desencadenan varía de acuerdo a la persona que lo sufrió y según el tipo de acoso que vivió. La individualidad de cada uno es lo más importante y es lo que debería respetarse al momento de abordar esta problemática.

M. M.: ¿Qué edades son las más vulnerables a sufrir bullying? ¿Se da entre chicos de la misma edad o suelen ser mayores los victimarios que los agredidos? ¿Cambia la forma de acoso según la edad de agresores y víctimas, sean niños de determinada edad o adolescentes?
R. D.: La variable edad es muy determinante, y donde se dan más casos de bullying es de los 11 a los 15 años aproximadamente. Luego, suele declinar mucho porque ya los adolescentes han pasado el período más agitado de esta etapa. En general, el bullying se da entre pares, una violencia injustificada que ejerce una persona o un grupo contra sus semejantes, un abuso de poder entre iguales, se agrede de manera repetida y durante un tiempo prolongado. El tipo de agresión es variada: desde hostigamientos psíquicos, insultos, agresiones verbales hasta ataques físicos, y puede ir variando según las edades de los agresores.

M. M.: La reciente agresión de un alumno a una profesora en un colegio del barrio porteño de Caballito, y otras situaciones similares que han trascendido a la prensa en los últimos tiempos, ¿están relacionados con el bullying?
R. D.: Los recientes casos difundidos de violencia entre alumnos y docentes no necesariamente estarían relacionados con el bullying sino más bien con conductas agresivas y violentas más del lado de lo criminal, porque no se trata de agresiones entre pares sino que son actos de rebeldía e irrespeto hacia la autoridad. Habría que investigar caso por caso para ver cuáles son los motivos subyacentes de tales conductas agresivas.
Lamentablemente, no hay estadísticas oficiales en la Argentina sobre este tipo de violencia, pero por los casos conocidos desde hace ya varios meses y por los casos que se presentan en el consultorio se puede decir que ha ido en aumento.


M. M.: Si no se aborda el problema, ¿qué puede provocar el bullying en la personalidad del agredido? ¿Y en la del agresor?
R. D.: La víctima de bullying se vuelve más vulnerable, ansioso, insegura, temerosa, con baja autoestima, sufre de cambios de humor y trastornos del sueño, tiende a aislarse aún más de lo que estaba. Y el agresor tiende a acentuar sus rasgos de victimario, se vuelve más violento y agresivo, fomentando aún más su carácter fuerte e imponiendo su poder de manera abusiva, provocando así una extensión de estos actos a otros ámbitos de su vida.

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