El Manual del "fair play". Guía ética para la política, de Emilio Zebadúa, es un interesante aporte a un debate vigente, y urgente, en todo el mundo y, sobre todo, en América Latina: cómo se debe actuar en el terreno de los asuntos de Estado, donde no siempre los dirigentes se llevan por valores sobre lo que está bien y lo que está mal.
Si bien el autor, académico mexicano con experiencia en la función pública, circunscribe el campo del libro a su país, sus aportes y conclusiones son aplicables a otras jurisdicciones, y no sólo porque Zebadúa apele a ejemplos regionales -la preeminencia del neoliberalismo en los 90, seguido de un recambio de signo crítico de la mano de Lula, Néstor Kirchner, Hugo Chávez y otros mandatarios-, o incluso internacionales.
Como con acierto sostiene EZ "no es un tratado abstracto sobre la moral pública; es, más bien, una herramienta para pensar y actuar en la política cotidiana".
Para socializar esta "guía ética" y llegar a mayor cantidad de público, Zebadúa cita al ex jugador y DT de fútbol Jorge Valdano -uno de los llamados "filósofos" de ese deporte-: "todavía hay gente de esa raza que entiende el fútbol como una cuestión de honor y se avergüenza por un mal partido, aunque se haya ganado".
(Carlos Salinas de Gortari, uno de los presidentes de México más sospechados de cohechos varios)
El autor queda, entonces, habilitado a tomar un concepto, también de esa disciplina que cultiva el otrora entrenador del Real Madrid, el del fair play, el del juego limpio.
Explica, pues, el autor de este manual, editado por el sello Fondo de Cultura Económica, que "no basta en la política (o en el fútbol) con ceñirse a las leyes o al reglamento formal, sino que, a partir de un concepto compartido por los actores y jugadores de cómo debe desarrollarse "el juego", es necesario que las leyes y los reglamentos se aplique por todos -árbitros, equipos, jugadores, autoridades, incluso espectadores-, en el espíritu del "juego" para beneficio del propio juego. El fair play obliga a considerar que en la propia política... siempre debe buscarse asumir una posición éticamente fundada", sea en general o en particular, por ejemplo, medidas administrativas, fallos judiciales, etcétera.
Werner Goldschmidt, creador de la teoría trialista del Derecho -a quien tuve como profesor en mi fugaz paso por la carrera de abogado (haber asistido a sus magníficas clases de introducción a las ciencias jurídicas, de humanismo y de humildad, me fue más útil, presumo, que un diploma en la vida)-, apuntaba que, más allá de la ley escrita, había normas sociales -como formar filas para abordar un bus-, conductas, y, en definitiva, no debíamos olvidar que restaba saber si todo ese universo era justo o no.
Zebadúa abre un capítulo más -y muy valioso- para discutir no sólo sobre la corrupción sino sobre el comportamiento del hombre de Estado en general, en relación con el deber ser.
Auspicia este artículo de El Informatorio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario