“Al margen de la agenda. Noticias, discriminación y exclusión”, de Muleiro, Hugo , es un enriquecedor aporte al debate sobre el “management” de la información en la Argentina y el mundo.
Experimentado periodista, se desempeña como jefe de redacción de la agencia italiana Ansa, el autor no duda en señalar la influencia del gobierno de turno –vía publicidad oficial (en el país un dato clave, por cierto)- en el armado de la agenda de noticias, es decir, lo que se publica y se difunde como opuesto a lo que se silencia, se oculta.
Avanza también en el paso siguiente: ¿de qué manera se edita la información? Cómo se direcciona al lector, espectador u oyente que recibe la noticia.
Muleiro se interna en otro tema polémico, el de la libertad de expresión –casi siempre ejercida por los dueños de los medios (como bien señala el libro)-, vs. la información como derecho social. Reflexiona en este capítulo sobre la creciente devaluación de un criterio hasta hace unos años indiscutible: que la información es un derecho de la prensa y no de la gente.
“Al margen de la agenda” aborda, asimismo, la responsabilidad social de los diarios, revistas, agencias, TV y radios. Un concepto, el de la RSE, que parece reservado –erróneamente-, a la filantropía y no al tratamiento que se le debe a usuarios y consumidores, en este caso, de las noticias.
El periodista debe dar la información –subraya Muleiro- en forma asequible, entendible, con pluralidad de visiones, sin discriminar a ningún actor, no reproducir prejuicios y no excluir al receptor. Un verdadero abc para estudiantes de comunicación y carreras afines, pero también un “memo” que todos los que ejercemos la profesión tendríamos que repasar a menudo.
Son muy interesantes los pasajes en que se aborda el tema de la exclusión o el destrato informativo que sufren tanto los niños como las mujeres, a pesar –incluso- de que aumentó el número de cronistas, redactoras, conductoras de noticieros y jefas en los medios.
A los niños se los llama “menores”, piensa Muleiro, como una forma de minimizarlos. El uso del lenguaje resulta clave en el análisis de la obra. Y acota que la mujer queda, muchas veces, relegada –como empleada, receptora y sujeto informativo- a las secciones referidas al hogar. O se hace referencia a ellas asociándolas con el aspecto estético, perfumes o ropa. Es más habitual leer un artículo periodístico en el que se describa cómo luce una mujer, y no hablamos de una top model, que cuando se refiere a un varón.
Sobre la juventud, sostiene que cada vez que aparece relacionada a la delincuencia, por caso, con las pandillas, muy pocas veces se alude a los adultos que pueden estar detrás. Y, como contrapartida, los medios suelen dar la impresión de que hay más muchachos victimarios que víctimas de la violencia, cuando sucede a la inversa.
Es normal –aunque no debería serlo- leer o escuchar de boca de profesionales noticias sobre delincuentes a secas (ampliando el foco más allá de los jóvenes), sin el agregado de “presuntos” a pesar de que rige el principio de inocencia, y de que sólo puede calificárselos de la primera manera cuando existe una condena firme que lo ratifique.
Y, entre otros rasgos peligrosos del manejo de la información, “Al margen de la agenda” pone el ojo en que -aunque resulte insólito- la homosexualidad aparece asociada con delitos como el abuso o el acoso sexuales, sobre todo, cuando se habla de escándalos que involucran a religiosos. Un dato no muy marcado por los especialistas en comunicación social.
Muleiro, por otro lado, indica que la prensa acostumbra tratar las protestas como generadoras de “caos”. Se habla más de los que padecen el piquete –muy común en la Argentina- que de las razones –y el derecho que los asiste- de quienes lo organizaron. Es un aspecto para discutir, por supuesto. Es evidente –y esto corre por mi cuenta- que los medios privilegian a quienes compran los diarios que, salvo excepciones, suelen ser los afectados.
Parece que el espacio público –reafirma en su tesis- pertenece al resto y no a los que protestan.
En síntesis, un valioso libro, editado por el prestigioso sello Fondo de Cultura Económica (lo cual es garantía de calidad) -y a un precio accesible-, que sirve para mantener presente que debemos replantearnos no sólo el contenido sino la forma de dar una noticia, así como la información que queda en el tintero, y que, quizá, debiera ser publicada.
Una discusión pendiente, que pasa a segundo plano en las redacciones, arrastrada –buena excusa- por la vorágine informativa, y a la cual “Al margen de la agenda” pretende darle vigencia.
Marcelo Mendieta
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