Soledad, alienación, obsesión, incomunicacion (en una isla desierta o en una gran ciudad; lo mismo da) están presentes en esta puesta austera -pero precisa y certera-, protagonizada por el genial Damián Dreizik, a la sazón también autor de "La Maña", el humorístico unipersonal que se presenta los sábados, a las 23.30, en ese paraíso porteño del arte y el espectáculo teatral, el Centro Cultural de la Cooperación.
Desopilante, talentoso, ingenioso, hilarante hasta el paroxismo, qué más se puede decir para elogiarlo, el ex coequiper de Carlos Belloso en "Los Melli" -perdón, pero hablar de Dreizik implica evocar al mítico dúo y a Belloso (hoy seducido por los sets y los cheques de Pol-ka, lo que no le quita mérito)- se luce con un despliegue escénico y actoral increíble, con la primera misión -en la que nunca falla- de divertir al espectador, de hacerlo reir, de hacerlo revolcar, cual poseído, a simple carcajada en la butaca.
Tampoco se equivoca al buscar la complicidad de la platea, y provocarle reflexiones sobre la vacuidad de las frases hechas -uno de los constantes aciertos de DD, herencia de "Los Melli"-, y de ciertas convenciones sociales que, tras la risa, esconden una visión crítica de la realidad.
Con una utilización siempre inteligente y graciosa del idioma, Dreizik -muy bien dirigido por su esposa, la actríz Vanesa Weinberg- demuestra que se puede ser "náufrago" en una isla, sin necesidad de caer en las obviedades hollywoodenses de Tom Hanks. Y, en este caso, no se extraña el presupuesto o el marketing. Lo que hace Dreizik es, sencillamente, imperdible.
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