viernes, 4 de agosto de 2006

Prensa, Libertad & Memoria: tardío pero justo homenaje a un Periodista, Manfred Shönfeld

Me reconforta que sea Ambito Financiero, diario en el cual trabajé durante más de 7 años, el medio argentino que, al fin, reivindica el trabajo periodístico valiente y talentoso de Manfred Shönfeld.

Quienes leen El Informatorio desde los comienzos saben de mi admiración por este hombre de prensa que, oriundo de Alemania -de donde su familia escapó del nazismo-, sirve de ejemplo para muchos colegas, todavía vigentes, que empezaron a lanzar bravuconadas contra los dictadores argentinos (1976-1983) cuando ya estaban en retirada.

Nunca pudieron llegar a los talones de Shönfeld o de Jesús Iglesias Rouco, otro extranjero -en este caso, español- que, más allá de las polémicas que pudo despertar su labor posterior, se alzó también como otra voz solitaria de quejas y de reclamos en pleno baño de sangre, contra el coro homogéneo de adulones que animaba la mayoría de los editorialistas y periodistas con opinión de la época.

Tuve la fortuna de haber conocido a ambos, gracias a mi padre (*), amigo y, en algún caso, "cómplice", en el buen sentido del término, de Iglesias Rouco y Shönfeld. Del primero, puedo decir con modestia, me siento discípulo pues trabajé a sus órdenes. Fue mi debut profesional en los medios.

Para desgracia de quienes suelen buscar mártires en el periodismo durante la dictadura, JIR y MS no eran,
precisamente, militantes de izquierda, mucho menos el diario en el cual trabajaban, "La Prensa" (abre este artículo una imagen de la fachada de la que fuera sede tradicional del matutino), hoy devenido en un lamentable heredero.

Vale la pena suscribirse a Ambito para leer Un periodista que denunciaba pero cuando era arriesgado (o intentar suerte haciendo click en el título).

(*)Me permito una "licencia periodística", transcribir lo que me envió por correo hace minutos mi viejo, Marcelo Mendieta. "¡Carajo! Me devolviste muchos años con esta nota. Manfred era un hombre extraordinario y un tipo ético hasta el caracú. Uno noche lo esperaba en la puerta de La Nación, por San Martín 344, pues, como todas las noches, cenábamos juntos. Llegó y atusándose los bigotes me dijo: "Querido Chango, me tendrás que disculpar. Pero yo no voy a pisar ni los umbrales de este diario que acaba de acceder a la inmoral Papel Prensa". Y nos fuimos a comer a un bodegón de los alrededores, para oirlo, por cuanto era una enciclopedia andante mi querido Manfred..."

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