Ahora, ese inmortal ciclo, dedicado a las más variadas ramas del Arte -siempre con un formato extravagante, digno heredero de los happenings sesentistas del Instituto Di Tella-, se reencarnó en otro envío del cableo, pero destinado a practicar el efímero arte de practicar tiro al Kirchner, sea con alfileres oxidados, estruendosos petardos o bien con misiles nucleares lanzados por una pistola calibre 22.
De a ratos, es justo decirlo, se asemeja a un programa de chismes de la farándula, ya que no hay reparos éticos o estéticos a la hora de meterse en las sábanas de cualquier adláter presidencial.
A diferencia de Klemm y su coequiper, el crítico Charlie Espartaco, en Brokers, el nombre que utilizó EBT para volver a la vida bajo otro ropaje, son 3 los animadores, aunque el duetto que lleva la voz cantante (y vaya si cantan salvajes raps no aptos para funcionarios kirchneristas) lo integra Guillermo Cherashny y Kikuchi (a) El Chino.
Con una verborragia que, por momentos, parecería agotar la provisión de saliva de ambos (Cherashny suele tener siempre a mano una botella de agua o de gaseosa light, por supuesto), se entregan con frenesí a este deporte dominical -si bien pueden aparecer en cualquier día y horario, ahora que la señal PyE (Política y Economía) está a punto de extinguirse para desdicha de los amantes de Klemm, de la televisión bizarra y de los opositores más rabiosos del gobierno de Kirchner.
Seguramente, así como Klemm parece haber vuelto a existir en Cherashny -ver las fotos de ambos-, y sus amigos, Brokers se metamorfoseará (¿se dirá así?) las veces que sean necesarias para no desaparecer.
De lo contrario, dónde encontraremos otros periodistas que se presentan munidos de pilas de diarios con el aspecto de haberse levantado minutos antes de una siesta reparadora.
Dónde podremos deleitarnos con la oralidad incontenible de un colega que, además, exhibe una cuota de coquetería masculina nunca antes vista (¿quién podría reforzar sus pectorales como lo ha hecho el increíble Guillermito, y jactándose de ello en público?).
Dónde -si no es en Brokers- encontraremos un living televisivo tan decontracté y divertido (incluso puede llegar a entrar en escena un mozo de bar para servir alguna vitualla como si no estuvieran al aire), en el cual nos muestran, con morboso y exacerbado placer, las supuestas desventuras, miserias, un verdadero basural K, de la nomenklatura criolla. Dónde encontremos periodistas con camisas de mil colores, pantalones rotos y la sonrisa más sexy del cable nacional. Sólo en Brokers, señores.
Ojalá, el espíritu de Klemm se mantenga siempre vivo.
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