Ayer se cumplió un aniversario que los periodistas, y en especial quienes cubren lo que sucede en la Casa Rosada, no deberíamos dejar pasar: es una verdadera lección de estilo K. Hace un año, Néstor Kirchner llegó, de manera “sorpresiva” –según crónicas de la época-, a saludar en su día a los periodistas acreditados en Gobierno.
Allí, en medio del brindis –que se supone austero-, lanzó una frase increíble, insólita, inolvidable. Pero que revela su genial estilo de conducción. Y su picardía mediática y política.
Los presentes no lo esperaban a él. Menos podían esperar una primicia de su boca. Es cierto.
Pero tampoco esperaban una declaración de vencimiento instantáneo. O con fecha vencida de antemano, para ser más precisos, porque a esa altura el líder único e indiscutido del pingüinismo ya había tomado, y comenzado a ejecutar, una decisión a contramano de la afirmación que haría, sin ruborizarse, ante los hombres de prensa.
Hay que reconocerle el mérito de resultar convincente incluso a la hora de disimular evidentes tácticas en marcha. Y nosotros, alguna vez, deberíamos "avivarnos" de que el Presidente, amén de ajedrecista, puede ser el mejor jugador de truco.
Según publicó el diario Clarín en la edición del 8 de junio de 2005, cuando los cronistas le preguntaron por su relación con Eduardo Duhalde –que ya era un secreto a voces estaba quebrada, sin retorno-, el anfitrión y jefe de Estado la calificó sin hesitar de “excelente, excelente".
Faltaban menos de 5 meses para que ambos midieran fuerzas en las urnas, aunque –seguramente- ese mismo 7 de junio, Día del Periodista, lugartenientes del kirchnerismo deben haber desplegado alguna acción antiduhaldista, como parte de la cruzada ordenada por el inquilino del sillón de Rivadavia.
Con una clásica sonrisa kirchnerista, engañó a experimentados periodistas que tomaron sus declaraciones a pies juntillas. Es probable que haya sido una humorada, aunque la risueña foto con el decano de la sala, Roberto Di Sandro, es del 2004, así que habría que descartarlo. La jugada maestra, por cierto, no era ningún chiste.
No hubo repreguntas de los presentes. Se trataba de un evento social. Era evidente, no obstante, para esa platea que el mismo patagónico había ordenado a su tropa enfrentar a quien fuera principal esponsor en la campaña contra Carlos Menem, que le habilitó el ascenso al poder. Pero no abrieron la boca, salvo para seguir con el vino y algún bocadito.
La idea de Kirchner, tal cual se hizo realidad, era aplastar a Duhalde en el entonces inexpugnable feudo de la provincia de Buenos Aires, en los comicios de renovación parlamentaria de octubre de 2005, y con la propia senadora Cristina Fernández de Kirchner de abanderada. E Hilda “Chiche” González, cónyuge de Duhalde, en la vereda opuesta, del otro lado del ring. Ya sabemos quién perdió y quién sigue ganando a diario, a expensas de lo que alguna vez se llamó duhaldismo.
“’Excelente, excelente’. Y lo repitió otras dos veces”, subrayó el autor de la nota de Clarín, Atilio Bleta.
Los semiólogos y psicólogos podrían tomar nota de este detalle: cada vez que el santacruceño reitere una expresión, y con semejante énfasis, puede que estemos frente a una mentirilla. O a una futura, pero inminente e irremediable, mentirilla. Y es probable también que sirva de camuflaje de otra movida espectacular, revolucionaria.
"Y para desmentir diferencias –continuó el artículo de Bleta sobre el agasajo- dijo: "No tengo ningún problema" con Duhalde, al tiempo que se mostró dispuesto a dialogar "en cualquier momento" con el jefe del peronismo bonaerense, con lo que descomprimió, en parte, las fuertes versiones sobre una eventual ruptura en el PJ.”
A un año de aquel acontecimiento, Kirchner sigue evitando las conferencias de prensa, y a la prensa en general -quizá para evitar contestar preguntas ridículas-, con el particular estilo que inauguró con su llegada a la Casa Rosada, de la mano (hoy amputada) de un Duhalde que mudó de imaginario titiritero a jubilado del PJ, en menos de lo que tarda en secarse una gota de agua en el desierto del Sahara.
Tampoco hubo velita para conmemorar el primer aniversario de aquella frase que sintetiza una forma magistral de comunicar y de ejercer el poder. Después de todo, lo único que importa es el futuro, el 2007. La continuidad parece más que garantizada, ¿no?
Marcelo Mendieta (http://elinformatorio.blogspot.com/)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario