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¿Que con un aval original de 22% de votos sea el presidente más hegemónico desde el retorno de la democracia?
¿Que haya aplastado a Carlos Menem, decapitado a su mentor Eduardo Duhalde (no era faena menor hacer rodar esa testa), y condenado al otro candidato peronista de 2003 -y efímero primer mandatario durante la debacle de diciembre de 2001-, Adolfo Rodríguez Saa, a un exilio de doble carril República de San Luis-banca del Senado nacional?
¿Que domine a la mayoría de los legisladores, gobernadores e intendentes, oficialistas e incluso a los supuestamente opositores?
¿Que pueda convocar a 350 mil, 250, 150, 100 mil personas en plaza de Mayo para apoyarlo, como sucedió el jueves pasado, en su no asumido -públicamente, claro- proyecto de continuidad más allá de diciembre de 2007?
¿Que logre unir para la foto a las inconciliables Hebe de Bonafini o Estela Carlotto?
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¿Que no tenga a la fecha competidor en condiciones de superar el pesaje de candidatos presidenciales del año que viene?
¿Que, sea Néstor o Cristina Fernández, habrá Kirchner para rato en el poder, salvo que ocurra un milagro o una tragedia según el cristal con que se lo mire?
¿Que haya domesticado a sindicalistas y empresarios?
Esta enumeración arbitraria de razones para reverenciar a K, aunque sea desde Siberia, Barrio Parque, Pilar o Anillaco, no puede discutirse.
Lo que debería preocuparnos es que semejante poder sólo puede sostenerse porque emana, fundamentalmente, de una profunda motivación ideológica, herencia de los '90: "la caja" (de "la felicidad", realmente, a juzgar por la jocosa foto del "clan Kirchner", con el Líder, caciques del interior y funcionarios surtidos), que
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La clave de todo ese poder puede resumirse en unas líneas ejemplificadoras publicadas en un recuadro del diario Clarín.
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Es sólo un caso. Es sólo un millón de pesos. Otro de los tantos millones de pesos que nos asegurarán, gracias a Dios, un Kirchner de por vida. O, al menos, por 4 años más, con opción a renovar el alquiler de la Casa Rosada y de Olivos sin pagar depósito. Y si hay que pagarlo, seguro, señoras y señores lo pagaremos entre todos.
Marcelo Mendieta (http://elinformatorio.blogspot.com/)
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